Declaraciones de Manuel Conthe, presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la diario El Mundo, sábado 3 de diciembre, acerca de la nueva disposición que se ha sacado de la manga, para controlar la información que una empresa ofrece a analistas y periodistas. Es decir, Conthe amenaza con instaurar la censura previa: Lo que hago es cumplir la ley. No queremos impedir reuniones bilaterales en las que se de información nueva. Lo que prohibimos es la información selectiva. Creo que los periodistas no deben dar exclusivas nuevas relevantes.
En esta última frase, a don Manuel, exdirector general del Tesoro con Felipe González, hombre de Asesores Financieros Internacionales (el conglomerado de asesoría financiera más próximo al PSOE y más forrado de España a costa del Gobierno y de las cajas de ahorros), se le escapan sus verdaderas intenciones, que ya ha expresado en público alguna vez: bajo la previsible excusa de la igualdad de todos los inversores a la hora de acceder a la información empresarial, Conthe ha decidido prohibir las exclusivas, que es la base de la libertad informativa. Sin exclusivas, la libertad de prensa deja de tener sentido. Si todos publicamos lo mismo, ¿dónde está la competencia entre los medios, dónde el periodismo de investigación, donde la elección de partidos? Si no hay exclusivas, lo mejor es que todos nos enchufemos a los teletipos de EFE y al Parte de Radio Nacional de España, como en los tiempos de la Ominosa, que no se si será el referente del muy progresista D. Manuel.
Conthe es otro de esos personajes que, si alguna vez se suicida, lo hará escalando a lo alto de su ego y precipitándose al vacío, por lo que se hace necesario explicarle un par de cositas. Porque el problema de Conthe no es que quiera controlar a los medios informativos y a los analistas, lo que pueden y lo que no pueden decir. El problema de nuestro hombre es que quiere controlarlo a priori, no a posteriori.
A ver si nos entendemos, señor Conthe. En el Antiguo Régimen, se practicaba el sistema preventivo. La Revolución Francesa dio lugar a un sinfín de bestialidades, pero comenzó a abrir la mano en materia de libertad de prensa, de tal forma que poco a poco (sólo tardó unos 200 años) se implantó el sistema represivo, que aunque a los progres les suene peor, supone un enorme progreso. Es decir, en materia de información, sea periodística o sea información de los mercados, no se censura antes de, sino que se castiga después de, a quien haya abusado de ese derecho. Su labor como regulador e inspector no es controlar a periodistas y empresas, sino castigar a aquellas empresas o periodistas que utilizan la información en beneficio propio. Golpee usted al periodista que se aprovecha de su información para especular en bolsa con su dinero (le apuesto a que no encuentra más de dos: con lo que cobramos los periodistas no hay manera de aprovecharse de lo que sabemos por nuestro oficio : en tal caso, nos aprovecharemos poco. Ya dijo alguien que para calificar la honradez de un periodista lo único que hace falta es mirar su patrimonio, porque en esta profesión muy pocos son los que se hacen ricos honradamente).
Respecto a los analistas Hombre, por favor, señor Conthe, no sea usted lelo. El problema de los analistas no es la información que logren recoger, el problema de los analistas es que trabajan para los mismos grandes especuladores -mucho más peligrosos por grandes que por especuladores- que controlan el mercado financiero. El problema que usted debe vigilar no es si Emilio Botín ofrece información a los analistas que no poseen los millones de accionistas del Santander quienes, por otra parte, no se enteran de otra cosa que de lo que quiera decirles el director de la sucursal del Santander donde operan-. El problema es que los analistas trabajan en un despacho, y en el despacho de al lado está el gestor e inversor del propio banco o casa de bolsa o fondo de pensiones, que es el que invierte el dinero del propio banco y de sus clientes terceros. Las famosas murallas chinas. Y usted, señor Conthe, en este problema, conocido como el de las murallas chinas, usted, señor Conthe, ha hecho lo mismo que sus predecesores: nada.
Esta es una de las cuestiones. Si quiere usted que la información no suponga una ventaja comparativa, ya sabe: No a la prevención, sí a la represión.
La segunda cuestión, aún más importante, es el valor de la verdad. Como vivimos en la época del dios-mercado, es decir narcotizados, la gente no se levanta en armas cuando una directiva europea (qué curioso, en la entrevista con El Mundo, Conthe alude para justificarse a la normativa norteamericana y miente sobre sus efectos- y respecto a la Ley del Mercado de Valores lo que hace es extender su interpretación como si fuera un chicle. No quiere aplicar la ley, lo que quiere es censurar.
Pero dejemos eso : lo que Conthe quiere decir es que la igualdad de oportunidades a la hora de invertir en bolsa no sólo está por encima del derecho a la información, sino por encima de la verdad (debe de ser que D. Manuel es un tipo muy progresista, por lo que no debe de tener muy claro que la verdad exista). Porque, en efecto, como ya hemos dicho en Hispanidad, resulta que lo que la Directiva transpuesta castiga al periodista incuso cuando dice la verdad, si es que esa verdad -¡oh sacrilegio!- ha provocado un cambio en la cotización. Para mí que Conthe debía condenar al huracán Katrina, que provocó la correspondiente alteración en la catedral del dios-mercado : Wall Street.
Eulogio López