A Emilio Botín no hay quien le siga. El banco con más rotación de clientes, el que quemaba a los usuarios, especialmente por las comisiones, se convierte ahora en el abanderado de los servicios bancarios gratuitos. El banco que preside Botín ha decidido suprimir el cobro a su clientes vinculados (se calcula en 2,2 millones de personas) de las siguientes comisiones: administración y mantenimiento de cuenta corriente y libreta de ahorro; emisión y renovación de tarjetas de débito ; transferencias nacionales y dentro de la Unión Europea; ingresos y emisión de cheques; y consulta de saldos, movimientos y retirada de efectivo en todos los cajeros. Todo ello para los llamados clientes vinculados, en definitiva, los que tienen una hipoteca o un fondo de pensiones contratado, o aquellos otros que tienen domiciliada la nómina o pensión.
La jugada es inteligente, porque casi todos los bancos han amortizado ya la fortísima inversión tecnológica, especialmente en banca electrónica y medio de pago, realizada durante los últimos 15 años. Y también porque las comisiones suprimidas son, por así decirlo, las de menos valor añadido, las de la banca clásica. Naturalmente, no se suprimen las comisiones por fondos de inversión muy altas en España- o por gestión de patrimonios.
En cualquier caso, el banco que abrió la guerra de las supercuentas abre ahora la de las comisiones. Los que están temblando en este momento son los sindicatos y las plantillas bancarias, en pleno proceso de elecciones sindicales. El motivo es muy sencillo : esa comisiones, llamémoslas clásicas, son las que alimentan a la plantilla bancaria menos especializada, que realiza más tareas de gestoría que comerciales. El ideal de todo banquero, y de toda la plantilla, es que las comisiones suban los costes de explotación.