Sr. Director:

El ordenamiento jurídico preserva la libertad de expresión aún cuando en su nombre se difundan asquerosas blasfemias, como es el caso del señor Montoya. Dicho esto, lo que ya no es de recibo de ningún administrador público, es ofender a un segmento sustancial de los administrados con su propio dinero.

Es decir, si el señor Montoya con su dinero ofende a Dios a Mahoma o a la Virgen habrá que ampararlo -aunque nos disguste- en nombre de la libertad de expresión. En cambio, si el que ofende con saña con premeditación a Dios a Mahoma o a la Virgen es una publicación financiada por el gobierno extremeño eso resulta inaceptable del todo punto.

El colmo es que, para culminar esa ofensa, se detraigan fondos inicialmente destinados a mejorar la situación cultural de los extremeños. He aquí el verdadero escándalo. Que con nuestro dinero se nos ofenda y agreda hasta lo más profundo en nombre del supuesto "arte".

Luis Besa

luisbesa@interprogramas.es