- Eso sí, él no cede su puesto en el consejo a su hijo Marco Antonio.
- Y esto ralentiza la toma de decisiones hasta extremos preocupantes.
- Por lo demás, los mexicanos que está nombrando el ingeniero tienen un escaso carácter ejecutivo.
- Además, cambios en Portland. Aquí también, los modos han sido, más que fríos, gélidos.
- La ampliación de capital estará más cerca de los 600 que de los 1.000 millones de euros.
- Lo previsto, por Slim, es que el ingeniero alcance el 30% y que Esther Koplowitz reduzca su participación hasta el 15%.
- Al final, lo peor sigue estando en la cuenta de resultados. Por ahora, el efecto Slim no se deja notar y el ebitda de 2015 será inferior al de 2014.
FCC vive un auténtico terremoto. No es un secreto que Carlos Slim (25% del capital) ha tomado todo el poder ejecutivo, pero sorprende cómo lo hecho. Toda la vieja guardia de Esther Koplowitz (23% del capital), así como de la presidenta de FCC, Esther Alcocer Koplowitz, está saliendo y algunos son despedidos con no muy buenos modos. Tras la salida del consejero delegado, Juan Béjar, que nunca se entendió con el mexicano Carlos Slim, el ingeniero (bueno, tampoco con Esther Koplowitz), se suponía que el sustituto iba a ser un ejecutivo de Inbursa pero el puesto recayó en Carlos Jarque, un hombre con más perfil institucional que ejecutivo. Los cambios en la inmobiliaria Realia, con la salida del histórico Ignacio Bayón y donde se está a la búsqueda de un Ceo (que era por donde debía haberse empezado) y los cambios en Portland también tienen su enjundia y tampoco se han realizado con modales versallescos. Sí, ya sé que Realia ya no es FCC, pero lo cierto es que Slim se ha hecho con ella gracias a su participación en FCC y por una nimiedad. Quizás, el despido que ha pasado más desapercibido ha sido el de Rafael Montes, hombre fuerte durante décadas del Grupo que estuvo en todos los órganos de decisión hasta la llegada de Carlos Slim. Pero tras abandonar el Consejo continuó en su tarea de asesor de la familia Koplowitz. Pues bien, Slim despidió fulminantemente a Montes. En un fin de semana abandonó su despacho, coche y chófer. Y a todo esto, el cambio de gestión más importante sigue sin realizarse. Hablamos del abandono, previsto, pero nunca ejecutado, de Carlos Slim del Consejo de Administración de FCC. Es más, estaba previsto que le sucediera su hijo Marco Antonio, responsable de Inbursa y del aparato financiero. Y el asunto no es baladí. El problema de 'el ingeniero' es que dedica a FCC, su emporio español, no más del 1% de su tiempo. No ha repartido juego entre sus consejeros ni entre sus representantes en España, por lo que, como Juan Béjar tuvo oportunidad de comprobar, no hay manera de tomar decisiones o se toman con una lentitud pasmosa. Nada se hace sin Slim en FCC pero Slim hace poco porque está muy ocupado. Y lo más importante, la cuenta de resultados, no ha renacido con la entrada del hombre más rico del mundo. En 2015, el ebitda marcha igual o peor que en 2014. Y esto sí que resulta trascendental. Al parecer la famosa frase de Slim en La Coruña ("Hay que aprender de los errores, sobre todo de los errores de otros") no se ha aplicado en FCC. Vamos con la ampliación de capital prevista. De entre 600 y 1.000 millones de euros, pero no se rompan la cabeza: se parecerá a 600 mucho más que a 1.000. Si cogemos la cifra inferior, y siempre suponiendo que Slim acuda y que Esther Koplowitz no, al final del proceso nos toparíamos con un Slim en la frontera de la OPA (30%) y una Esther Koplowitz con un porcentaje reducido hasta el 15%. ¿Y qué pasaría en el Consejo de Administración? Pues recuerden el acuerdo de accionistas: si miran ustedes el artículo 5-1 verán que puede deducirse que un cambio en la composición accionarial podría dar lugar a romper el actual pacto de cuatro vocales (Koplowitz) frente a cuatro (Slim), más un Ceo y tres independientes. En resumen, por el momento Slim se ha hecho con la gestión y amenaza con hacerse con el Consejo. Con lo único que no se ha hecho es con la cuenta de resultados Eulogio López eulogio@hispanidad.com