• Los inmigrantes marcan el ritmo: los sectores en los que trabajan prosperan, al revés que aquellos en los que no.
  • Un dato ilustrativo: en nueve años, las empresas han aumentado un 25% la contratación de autónomos extranjeros, ya en 1,3 millones.
  • La otra cruz del fenómeno es el terrorismo, que fuerza a Berlín a cambiar su política migratoria: los últimos ataques yihadistas en su suelo son de refugiados.
  • El Gobierno dará un paso más, al acelerar la deportación de personas peligrosas y retirar la nacionalidad a los que vuelven de Siria radicalizados.
  • Esas medidas despiertan el recelo en la bancada socialdemócrata, de la que depende para mantener la coalición de gobierno.
El desafío alemán es amedrentar a los inmigrantes potencialmente peligrosos para la seguridad del país, pero mantener al resto. Y es tan importante una cosa como la otra, porque la inmigración es un factor de creación de empleo en Alemania. El número de autónomos y de empresarios extranjeros aumenta en el país. En concreto, las empresas que han contratado a trabajadores por cuenta propia extranjeros ascendían en 2014 a 1,3 millones, un 25% más que en 2005. El aumento porcentual es el mismo en el caso de los empresarios extranjeros. En 2014 había un total de 709.000, según las conclusiones de un estudio de la Fundación Bertelsmann.En otras palabras, la inmigración es uno de los factores que impulsa la economía germana y ayuda a generar nuevos empleos.Y fíjense qué cosas, los sectores preferidos por esta masa laboral evolucionan, justo al revés que aquellos negocios en los que trabajan cada vez menos inmigrantes. Un ejemplo es la gastronomía y la hostelería. El número de empleados extranjeros ha disminuido un 10%, hasta copar en 2014 el 28% del sector. Pues bien, su tendencia es recesiva. En el sector servicios y en la construcción, en cambio, aumenta la presencia de inmigrantes y el negocio prospera.De los 81,9 millones de habitantes de Alemania, en torno al 10% son extranjeros o tienen doble nacionalidad.Pero la otra cruz del fenómeno es el terrorismo. Berlín no puede quitarse de la cabeza que los últimos dos ataques yihadistas en suelo alemán han sido cometidos por refugiados, en un país que acogió a 1,1 millones el año pasado. Con el fin de evitar más atentados como estos en el futuro, el Ejecutivo baraja varias medidas, anunciadas este jueves por el ministro de Interior.El conservador Thomasde Maizère apuesta, en resumen, por endurecer las leyes de extranjería para facilitar las deportaciones de aquellos que supongan una amenaza para la seguridad o hayan delinquido. Esto también implica, en palabras del responsable de la cartera de Interior, agilizar los trámites para expulsar a aquellos a los que denieguen su petición de residencia porque han aportado datos falsos.Pero esta nueva vuelta de tuerca de la política migratoria, endurecida ya, choca con los recelos de la bancada socialdemócrata. Aún todo, Maizère cree que las medidas son asumibles por sus socios de coalición. Su objetivo es convertirlas en proyecto de ley.El ministro conservador también propone retirar el secreto médico a los profesionales que tratan a peticionarios de asilo, con el objetivo de agilizar la detección de casos especialmente graves. Por otro lado, entre aquellos alemanes que vuelvan radicalizados de Siria, si tienen doble nacionalidad, el ministro asevera que deben perder la alemana.Daniel Esparza