Isolux en Argentina: empresas fantasma y presiones políticas, todo un enjuague corrupto
De empresas fantasma y presiones políticas a irregularidades y fallos técnicos. De todo eso hubo y mucho -también con olor electoral- en la central térmica argentina de Río Turbio, que contruyó Isolux Corsán. Así consta un informe interno de española, que se conoce después de que se supiera que Isolux pagó sobornos en Argentina a cambio de contratos de Cristina Fenández Kirchner en la etapa Luis Delso, como admitió ex ceo en ese país, Juan Carlos de Goycoechea, se Argentina.
A ese informe interno ha accedido Infoabe, en el que se desvelan nuevos detalles las piezas defectuosas, empresas fantasma y facturación millonaria: que llegaron al empresario arrepentido, pero que nadie escuchó. En fin, da muchas pistas de los manejos de la empresa y de los funcionarios del Ministerio de Planificación, cuyo titular en aquellas fechas era Julio de Vido, detenido y encausado. Pero no es el único salpicado en altos cargos del kirchnerismo. Este lunes, precisamente, declara ante el juez la expresidenta Cristina Fernández en el caso de corrupción, conocido como los cuadernos de coimas.
El informe es de un ingeniero desplazado a Río Turbio para reconducir las obras, pero que renunció tras sufrir todo tido de presiones y amenazas
El informe fue redactado después de que un equipo de ingenieros se desplazara a la central de Río Turbio para reconducir las obras, aunque finalmente renunció tras sufrir todo tido de presiones y amenazas de la empresa.
En ese informe aparece la empresa GVA, una subcontratista elegida “sin cumplir con los procedimientos de Isolux Corsán, sin el más mínimo control administrativo y sin tener firmado un contrato”. GVA, según De Goycoechea, era “una fachada montada por Isolux Argentina”, es decir era Isolux, aunque el ingeniero no lo sabía. Fue creada en 2012, pero nunca fue inscripta.
La amenazas y presiones al equipo procedían el del propio Goycoechea, según las declaraciones contrastadas por Infoabe, por su voluntad de auditar a a la empresa. Eso chocaba con la última palabra del Ministerio de Planificación sobre las obras en la central, lo que desconcertaba, natualmente, a los ingenieros.