Un vecino de Alicante denunció a una madrileña, dueña de un apartamento en la playa de San Juan, informa El Mundo, quien se había saltado el encierro capitalino para acudir a sus segunda residencia. Naturalmente la policía dio con la susodicha, son así de listos, que ahora tendrá que pagar la correspondiente multa. Mínimo, 600 euros.

El soplón se escuda en el anonimato, y no asume responsabilidad alguna, sea su acusación cierta o falsa

Un caso entre muchos. Entre Hacienda y el Covid, España se he convertido en un país de chivatos. Y lo malo es que el virus pasará pero el ciudadano-policía puede quedarse entre nosotros por mucho tiempo.

El soplón patrio, encima, se escuda en el anonimato, ergo no asume responsabilidad alguna, ya sea su acusación cierta o falsa, ya se trate de sospecha o de realidad contrastada.

Y lo que es peor: el denunciante anónimo no defiende ningún derecho personal, sólo los derechos colectivos. Es decir, que les inspira la venganza, no la justicia… y el pánico al virus.

Cualquier cosa es mejor que la España de los delatores

No es muy probable que el denunciante alicantino muera por coronavirus porque su vecina de apartamento playero, que vive en Madrid le trasmita virus capitalinos por haberse escapada del encierro madrileño. A estas almas tan irresponsables y ante la chifladura colectiva, qué quieren que le diga, tiendo a comprenderlas.

Este Estado policial no sería posible si no viviéramos un momento de ignorancia masiva, pues lo cierto es que seguimos sin saber mucho de este virus. No sabemos su origen, muchos científicos sospechan que es un invento de laboratorio y lo malo es que, sin conocer su origen y muy poco sobre sus efectos -no basta con saber que es ultracontagioso, hay que saber por qué lo es- debiéramos ser más prudentes al establecer conclusiones y muchos menos al chivarnos del vecino, de la misma forma que los políticos debieran ser más prudentes a la hora de establecer prohibiciones y molestar al ciudadano.  

El denunciante anónimo no defiende ningún derecho personal, sólo los derechos colectivos. Es decir, que les inspira la venganza, no la justicia… y el pánico al virus

Por de pronto, convenzámonos de que al virus no vamos a vencerle esquivándolo sino matándolo.

El Estado policial no sería posible si no viviéramos un momento de ignorancia  masiva, pues seguimos sin saber mucho de este virus

Cualquier cosa es mejor que la España de los delatores. Además, tanta cobardía en un pueblo como el español resulta deprimente.