¿Alguien entiende a la vicepresidenta cuarta, Teresa Ribera? El Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico ha renovado la autorización de Berkeley Energía para extraer uranio en la mina de Retortillo (Salamanca), pero al mismo tiempo sigue empeñada en cerrar los siete reactores nucleares que aún están operativos en España.

La minera se ha disparado un 15% al comienzo de la sesión bursátil, aunque ha ido relajando el entusiasmo, hasta cerrar con un alza del 1,85%. Una renovación que llega después de que la semana pasada el Tribunal Supremo confirmara la legalidad de la autorización previa, desestimando el recurso presentado por Foro de izquierdas-Los verdes y Adeco Ecologistas en Acción, y de que el pasado junio, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) informara favorablemente sobre la solicitud presentada por Berkeley.

La mina de uranio de Retortillo podría convertir a Berkeley en un proveedor interno para España y el resto de la Unión Europea, generando un 33% y un 10% de sus respectivos consumos. Sin embargo, la producción destinada a nuestro país tendría fecha de caducidad: entre 2027 y 2035, se cerrarán los siete reactores nucleares que aún están operativos, a pesar de que generan energía renovable, por tanto, no emiten CO2.

¿Y si a Ribera le dan miedo los residuos? No tiene razones para preocuparse, porque el combustible irradiado o gastado en la operación de las centrales nucleares -y los otros residuos de alta actividad- se almacenan inicialmente, de forma temporal, bajo agua en la piscina de acero y hormigón construida al efecto dentro de las instalaciones de la central nuclear. Si esta piscina se satura, los residuos se depositan en el denominado en un Almacén Temporal Individualizado (ATI). En España hay varios ATIs en operación en las centrales nucleares de Trillo, Ascó, Almaraz y José Cabrera (en desmantelamiento); Santa María de Garoña (en predesmantelamiento) ha finalizado el suyo, pero aún no ha entrado en operación, y Cofrentes prevé poner en servicio el suyo pronto. Pasados unos años, los elementos combustibles irradiados generalmente son transferidos a un Almacén Temporal Centralizado (ATC), donde se mantienen durante un plazo de entre 60 y 100 años hasta su disposición definitiva. Actualmente, hay un ATC (el de El Cabril, situado en la localidad cordobesa de Hornachuelos, que tiene el 39% de su capacidad en operación, pues conviene recordar que se paralizó el que se iba a hacer en Villar de Cañas.