• Cuatro formaciones que en esencia representan lo mismo.
  • Una política vacía de valores. Eso sí, más o menos cainita.
  • Y con más intereses que ideas.
  • Y, sobre todo, anticristiana: ninguna de las cuatro grandes formaciones cumple con los principios no negociables. Ni de lejos. 
Lo importante de la última encuesta del CIS no es quien gana o quien pierde. Porque ganan o pierden de forma aburridamente paulatina los cuatro grandes partidos. Ni el consuelo del voto en blanco nos queda. E, insisto, el voto en blanco es muy superior a la abstención. ¿Qué más me da que el PSOE haya vuelto a recuperar el segundo puesto con décimas de ventajas sobre Podemos? Las cuatro grandes formaciones son más o menos cainitas pero ninguna de ellas mantiene un esquema de valores morales (¿qué otros valores hay?) con los que no estén dispuestos a transigir. Y a esas tragaderas lo llaman moderación, seriedad y democracia. ¿La prueba? Que un católico consecuente no puede votar a ninguno de los cuatro partidos. Vulneran, los cuatro partidos, los cuatro principios no negociables para una elector o un elegido cristiano: Vida, Familia, libertad de enseñanza y Bien común. Pero España, a pesar de los pesares, tiene un origen cristiano, y el 71% de los españoles se reconoce católico. Es decir, que estamos en un divorcio entre el pueblo y la clase política. Esta última no se da por enterada. Eulogio López eulogio@hispanidad.com