Ignacio S. Galán (73 años) no piensa en jubilarse ni en política, aunque sea uno de los empresarios que está en la diana del previsible nuevo gobierno, como Ana Botín, porque Pedro Sánchez les tiene muchas ganas a ambos. Hace unos meses, cambió el logo de Iberdrola, pero no la estrategia de seguir sacando tajada de las renovables como “producto financiero”, que le ha convertido en un gran especulador verde... y lo seguirá siendo porque la eléctrica se alía aún más con Norges Bank, el gestor del fondo soberano de Noruega.

El presidente ejecutivo de Iberdrola negocia la venta del 49% de una cartera de 300 megavatios renovables en Portugal a su tercer accionista, según avanza Bloomberg. Un movimiento muy similar al que ya hizo en España, donde vendió el 49% de una cartera de 1.265 MW valorada en unos 1.225 millones de euros. Recuerden que cerró el acuerdo hace unos meses, pero se anunció el pasado enero, coincidiendo con el Foro de Davos y fue la excusa perfecta para blanquear el plantón de Galán a Sánchez en la reunión con los CEOs españoles.

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No olviden que Galán ha tenido un gran cambio de postura desde 2010, cuando creía que trabajar con renovables era una operación financiera que se traducía en invertir usando subvenciones públicas y luego vender esos activos... dando un ‘pelotazo’. Esto es lo que él mismo ha acabado haciendo, a pesar de que en 2010 consideraba la energía solar como un “producto financiero”, tres años después criticaba las generosas primas que concedía en masa José Luis Rodríguez Zapatero y dispararon el déficit de tarifa a casi 30.000 millones (el cual aún tardaremos años en liquidar y encima al ser una deuda financiera hay que abonar también los intereses), y en noviembre de 2016, advirtiera del riesgo de burbuja... Unas declaraciones que dejó atrás años más tarde, pasando incluso a referirse a la energía solar como sustituta de la central nuclear de Almaraz en marzo de 2019.

Es cierto que Galán ha demostrado una buena gestión, pero el triunfo de Iberdrola es un éxito de monoproducto: sólo le gustan las energías verdes -solar, eólica e hidráulica-, ha ido prescindiendo del ciclo combinado de gas, y se acuerda de la nuclear cuando le interesa. Y ojo, porque la eléctrica afronta un escenario de incremento de la deuda (cerró el primer semestre en 45.290 millones), por lo que necesita de financiación externa para afrontar sus elevadas inversiones y de ahí que esté apostando por vender activos, partes de estos y megavatios, aunque prefiere denominarlo búsqueda de socios... y entre ellos está Norges Bank. Además, todo lo verde es caro y como Galán no quiere perder dinero ahora ha pisado el freno en su producto estrella, la eólica marina, y habrá que ver qué hace en el tema del hidrógeno verde, que tampoco es rentable y ha disparado sus costes.