Segundo día de la Foro Mundial. Pedro Sánchez ha convocado una reunión con todos los Ceos españoles presentes en Davos. Reunión precedida por una campaña de los fontaneros monclovitas para que no faltara nadie a la visita con el gran hombre. 

Pues bien, el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, se negó a acudir a la reunión... y Ana Botín llegó tarde y no se molestó en disculparse.

Les explico: un buen día, tras haberse tomado un par de copas, Pedro Sánchez se puso estupendo y compareció en rueda de prensa para explicar aquello de que si tomaban el camino opuesto al de Ignacio Galán, presidente de Iberdrola, y al de Ana Botín, presidenta del Santander... "entonces es que vamos bien".

La cosa podía haberse quedado en un chulería demagógica, ya saben, para demostrar que el PP se preocupa de los ricos mientras la izquierda vela por el pueblo, por la mayoría social y eso. Pero, miren por dónde, los aludidos se lo han tomado en serio. Ni una palabra en público, naturalmente, pero en privado Ana Botín asegura que estudiarán con cuidado si acuden a la emisión de bonos de PRISA, que sigue siendo el banderín de enganche del Sanchismo, a través de El País y la SER.

Lo de Ignacio Galán es peor: deja claro a quien quiera oírle, y no se corta un pelo, que Iberdrola ahora mira Estados Unidos y no a España, un país que con este Gobierno se ha demostrado, asegura Galán, incapaz de mantener una mínima seguridad jurídica y que, encima, tiene un presidente dado a la demagogia que se dedica a insultar a los empresarios españoles. 

Galán incluso ha recuperado una de sus frases favoritas: el futuro presidente de Iberdrola se apellida Smith. Él es el presidente de una multinacional, que tenga su sede en Bilbao es un mero accidente de nacimiento. 

La ruptura de Galán y de Botín con Moncloa podría quedarse en un divorcio minoritario si no fuera porque está cundiendo en toda la clase empresarial harta de las demagogias sociopodemitas.

¿Consecuencias electorales? No directas, pero sí indirectas: a muchos les encanta que Sánchez y Yolanda Díaz arremetan contra los empresarios, pero los chicos del Ibex constituyen un referente de seriedad. Si dicen que el presidente del gobierno no es serio, muchos millones de españoles les creerán.