Ante el adelanto electoral al 23-J, que marca la actualidad, muchos están tomando posiciones para estar preparados de cara a un posible cambio de gobierno. En este contexto, ha quedado patente la caradura de Ignacio S. Galán, que se ha ofrecido a renegociar la extensión de la vida útil de las nucleares españolas, pese a que fue quien más presionó para cerrarlas y que se llegara a un pacto entre sus propietarias y el Gobierno hace cuatro años.

El presidente ejecutivo de Iberdrola ha convertido las energías renovables en un “producto financiero” del que obtiene jugosas plusvalías, pero no es oro todo lo que reluce. Y es que aunque haya elevado la eléctrica al trono europeo en capitalización y al segundo puesto dentro del Ibex, en su gestión también hay un sonoro fracaso: el apoyo al cierre de los siete reactores españoles que están operativos, algo que también defiende Teresa Ribera, obligando al resto de propietarios (Endesa, Naturgy y EDP) a pactar el calendario progresivo de cierres entre 2027 y 2035. Todo ello, a pesar de que la nuclear es una energía barata, que proporciona el 20% de la electricidad española, de forma estable, asegurando el suministro y sin emitir CO2. Y por cierto, no hay que olvidar que Iberdrola es propietaria al completo del reactor de Cofrentes y tiene parte en otros cinco, mientras Endesa es la única dueña de Ascó I y accionista de otros cinco; Naturgy está en el accionariado de tres y EDP sólo tiene parte del de Trillo (la cual ha pedido recientemente su renovación por otros 10 años, un trámite habitual y previsto).

Galán presume mucho de verde y de luchar contra el cambio climático, pero no tenía reparos en dar plantón a la nuclear. Muchos expertos son los que defienden que para luchar contra el cambio climático el mejor complemento de las renovables es la nuclear y hasta Juan José Toharia, presidente de Metroscopia, ha avisado a Ribera de que “los españoles están entendiendo que la transición energética a lo mejor requiere recurrir a la energía nuclear”.

Ahora, ante el 23-J, que puede suponer una segunda oportunidad para las nucleares españolas, Galán se ha abierto a renegociar la extensión de su vida útil... y lo ha hecho en Extremadura, región en donde se encuentran los reactores Almaraz I y Almaraz II, que serán los primeros en cerrar y para los que el tiempo ya ha empezado a correr en contra. Eso sí, Galán ha referido que en caso de cambiar el calendario de cierres, habrá que ver cuánto cuestá y cómo se va a pagar, así como estudiar cómo será su retribución. Por ahora, cabe referir que Ignacio Araluce, presidente de Foro Nuclear (asociación que representa a la industria nuclear española), señalaba que antes la nuclear perdía dinero a espuertas durante años, pero no paraba porque estaba obligada a funcionar y sus compañías propietarias vendían esa energía que generaban a los clientes; claro que ahora no está perdiendo dinero y es clave que tenga una retribución razonable y menos carga impositiva (así, además sería más barata).