Grifols, como saben, tiene en el plasma su gran negocio, pero ahora ha acaparado protagonismo por sus dos nuevos inversores. En primer lugar, el millonario de origen húngaro George Soros, que vuelve a su accionariado; y segundo, la entrada del fondo soberano de Singapur (GIC) -el cual en España está presente, por ejemplo, en Cellnex, con un 7%-.

La multinacional española de hemoderivados -que es muy independentista, pero se llevó la sede operativa a Irlanda para pagar menos al fisco- ha vuelto a recibir en el segundo trimestre a uno de los grandes financiadores del Nuevo Orden Mundial (NOM). Y es que Soros salió de Grifols en 2020, pero volvió a entrar hace unos meses a través del fondo de inversión Soros Fund Management, según informa Finanzas.com: compró 51.230 acciones de clase B por unos 780.000 euros.

Grifols, ya en el semestre, presumió de que el ratio había bajado a 4,9 veces/Ebitda frente al de 5,1 del primer trimestre, y de que se situaría en el 4,3 tras la entrada de GIC. Una operación que no recibió el espaldarazo de los accionistas, que vendieron acciones, pero sí, lógicamente, de los bonistas 

Ahora Grifols ha logrado el visto bueno regulatorio en EEUU para que el fondo GIC invierta unos 884 millones de euros en la filial estadounidense Biomat (la cual opera 300 centros de plasma en EEUU y cuya gestión seguirá bajo el control de Grifols), como ha informado a la CNMV. Alfredo Arroyo, director financiero de Grifols, ha señalado que “estamos muy satisfechos de haber superado todos los requisitos regulatorios necesarios para poder cerrar esta transacción estratégica, que pone de manifiesto la confianza de un fondo tan solvente como GIC en nuestro modelo de negocio. Seguimos avanzando y todos los recursos obtenidos se destinarán a amortizar deuda para cumplir con los compromisos adquiridos”. Eso sí, en bolsa la reacción ha sido muy disimulada: la cotización ha mostrado un alza del 0,52% al mediodía, frente a un Ibex 35 que bajaba un 0,39%. 

Esto último es lo más relevante, pues Grifols cerró el primer semestre con una deuda financiera neta de 6.475,5 millones, con un ratio de 4,9 veces sobre Ebitda, pero no sabemos cómo estará en el tercer trimestre ni en el conjunto de los nueve primeros meses, porque Grifols, hasta ahora, tampoco ha publicado los resultados de dichos periodos. Al hilo de esto, cabe preguntarse si no habrá imitado a Acciona y Acciona Energía, dando un muy mal ejemplo en plena caída de la transparencia empresarial. Pero volviendo a la deuda de Grifols, ya en el semestre, presumió de que el ratio había bajado a 4,9 veces/Ebitda frente al de 5,1 del primer trimestre, y de que se situaría en el 4,3 tras la entrada de GIC. Eso sí, esta operación no recibió el espaldarazo de los accionistas, que vendieron acciones, pero sí, lógicamente, de los bonistas. Claro que tampoco se puede olvidar que la compra de Biotest por 2.000 millones tampoco recibió aplauso del mercado: cayó más de un 3% en bolsa, sobre todo, porque a los accionistas no les gustó la eliminación del dividendo. Y ojo, la remuneración al accionista no volverá hasta que el ratio de deuda sobre Ebitda baje de 4 veces.