Eni no remonta en bolsa (su cotización acumula un descenso de casi el 9% este año), y menos tras los desplomes de ingresos y beneficios que se han reflejado en los resultados de 2023. Y todo ello, a pesar de que estas caídas no se deben a una mala gestión, sino a los menores precios del crudo y del gas natural.

La petrolera italiana (controlada en un 32,4% por el Estado italiano) se ha visto afectada el año pasado por los abaratamientos de estos dos combustibles fósiles, al igual que les ha pasado a la mayoría de colegas de su sector, excepto a la francesa TotalEnergies, por ahora. A la vista de los resultados presentados, los ingresos y beneficios también han bajado en la lusa Galp, la noruega Equinor, la británica BP, la anglo-neerlandesa Shell o las estadounidenses ExxonMobil y Chevron. Y el día 22 se publicarán los de Repsol.

Eni ha ingresado 93.717 millones de euros, un 29,3% menos que en 2022. Por negocios, el de refino, Enilive (filial de transformación de la movilidad -incluye biocombustibles y servicios de movilidad-) y químicos ha facturado 52.558 millones (-11,2%); y el de exploración y producción (denominado upstream en el argot del sector), 23.903 millones (-23,4%); el de gas natural y GNL, 20.139 millones (-58,5%); Plenitude (filial de comercialización de luz y gas, y producción de energía renovable), con 14.256 millones (-31,7%).

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El beneficio operativo (ebit) se ha situado en 13.800 millones, superando el objetivo previsto en su Día del Inversor de 2023 (13.000 millones). Por su parte, el beneficio neto ajustado (sin extraordinarios) ha caído un 38%, a 8.300 millones; y el beneficio neto atribuido (incluye extraordinarios) se ha desplomado un 65,8%, a 4.747 millones. Eso sí, sigue obteniendo ganancias, a las cuales volvió en 2021, tras el batacazo del Covid que llevó a pérdidas a las petroleras y a otras muchas compañías de múltiples sectores. 

A pesar de los desplomes citados, el CEO de Eni, Claudio Descalzi (fue renovado en mayo del año pasado para un cuarto mandato que durará tres ejercicios), ha presumido de “excelentes resultados financieros y operativos”. Y dado que el flujo de caja ajustado ha ascendido a 16.500 millones, superando las necesidades de inversión, han podido remunerar a los accionistas vía dividendos y recompra de acciones, así como salir de compras para acelerar en descarbonización: adquirió la compañía de exploración y producción de gas Neptune Energy Group por más de 4.400 millones, el 50% de la biorrefinería de Chalmette (en EEUU), el incremento de la participación en Novamont con el control y la compra de activos de gas.

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Paralelamente, no hay que olvidar que hace casi un mes se conoció que el Gobierno de Giorgia Meloni baraja la posible venta del 4% de Eni, dentro de un plan más amplio a tres años para recaudar unos 20.000 millones con la reducción de sus participaciones en empresas. En la petrolera italiana, el Estado controla el 32,4% a través de participaciones del Tesoro y del banco público Cassa Depositi e Prestiti -CDP-) y la venta del 4% le supondría unos ingresos de unos 2.000 millones, según Bloomberg. Asimismo, Antonio Tajani, vicepresidente y ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional de Italia, ha defendido hace unos día a Eni, al señalar que no explota recursos marinos de Israel, sino que a través de un consorcio está realizando operaciones de carácter exploratorio. Además, ha avanzado más en Chipre, donde está presente desde 2013 y acaba de finalizar con éxito la perforación del pozo Cronos-2 para evaluar este descubrimiento de gas en el bloque 6 situado en alta mar, el cual opera al 50% junto a TotalEnergies: se trata del cuarto pozo que perfora en dicho bloque, tras los descubrimientos de gas de Calypso, Cronos-1 y Zeus.