La ONG Transporte & Environment (T&E) no deja de sorprender. Ahora se ha unido al ataque lanzado por Iberdrola contra Repsol, el cual busca limitar la competencia vía tribunales y refleja el nerviosismo de la eléctrica y de su presidente, Ignacio S. Galán, denunciando lo que consideran greenwashing (“blanqueamiento ecológico”). Carlos Rico, experto en políticas de transporte y medio ambiente de T&E, ha señalado que “no es simplemente una trifulca entre dos grandes empresas energéticas. Es un ejemplo de prácticas irresponsables por parte de Repsol, que en su deseo de salvar el motor de combustión y retrasar la transición energética, decide confundir a la ciudadanía y poner en riesgo su salud. Esperamos que la justicia sea ejemplar y ponga fin a esta campaña”.

Esta organización sin ánimo de lucro se creó hace más de 30 años y tiene su sede central en Bruselas (Bélgica), aunque también cuenta con oficinas en Francia, Alemania, Italia, Polonia, España y Reino Unido. Está formada por 59 organizaciones (51 miembros y ocho de apoyo -European Cyclist Federation, ECF; Genitoriantismog; Hakan Clear Skies; UECNA; Ecodes; Sustainable Development Foundation; Bellona Europa y WWF-) que trabajar para promover un transporte más inteligente y limpio en 24 países europeos. Y entre sus 51 miembros, los tres de España son: Ecologistas en Acción, Associació per a la Promoció del Transport Públic (PTP) y Eco-union.

Entre los valores de T&E está la ciencia, el cambio de leyes, contar historias, camaradería, y por supuesto, diversidad, equidad e inclusión. Claro que suenan bien y quedan aún mejor por escrito, pero en la práctica a veces no se ven tanto... Y ojo, entre los financiadores se encuentran, por ejemplo: Climate Imperative Foundation, la Fundación Europea del Clima, Schwab Charitable Fund, la Comisión Europea y The Norwegian Agency for Development Corporation (NORAD).

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La visión de T&E “es un sistema de movilidad sin emisiones que sea asequible y tenga un impacto mínimo en nuestra salud, clima y medio ambiente”. Por ello, critica que Repsol ofrezca combustibles renovables “como una alternativa ‘limpia’ a la electrificación” y considera esto como “un caso claro de greenwashing y publicidad engañosa”. Sin embargo, obvia que la compañía que tiene como CEO a Josu Jon Imaz apuesta por la neutralidad tecnológica, es decir, por el hecho de que se usen todas las tecnologías disponibles sin discriminar ninguna en el camino de la descarbonización, el cual no se debe confundir con la electrificación, como insistió su presidente, Antonio Brufau, y también se tiene que acometer teniendo en cuenta a la industria. Es más, para reducir las emisiones de carbono de la movilidad apuesta por un modelo que combina combustibles renovables con electrificación e hidrógeno. En relación a los primeros, los considera como la mejor solución para reducir las emisiones de todos los sectores del transporte de forma rápida y eficiente porque son una solución real y una alternativa ya disponible en el mercado, sin tener que esperar al desarrollo de nuevos motores ni de infraestructuras de repostaje; son aptos para los vehículos de diésel y gasolina; y se pueden usar en los motores actuales sin necesidad de hacer modificaciones.

La organización sin ánimo de lucro T&E, cuyo director ejecutivo es William Todts, subraya que “el biodiésel producido a partir de biocombustibles avanzados puede ser neutro en emisiones de CO2 únicamente si se genera a partir de materias primas procedentes de residuos sostenibles” y critica “la opacidad de Repsol con respecto al origen de estos biocombustibles es muy alarmante”. Claro que esto último se puede poner muy en duda, porque parece que T&E no se ha informado bien antes de criticar, porque Repsol los produce con residuos orgánicos como aceite de cocina usado, podas agrícolas, excedentes de purines, biomasa forestal, residuos de la agricultura y la ganadería, y residuos de la industria agroalimentaria. etc.