Celsa es otro ejemplo del pitorreo de la ‘generosidad’ sanchista... vía fondos europeos, claro está. Esta siderúrgica catalana está más cerca de recibir 550 millones de euros del fondo para empresas estratégicas del SEPI, pese a las pérdidas, y además, ya recibió en 2020 un crédito de 75 millones avalado por el ICO.

Se trata de una compañía familiar que está celebrando su 50 aniversario, pues sus orígenes se sitúan en la creada por los hermanos Francesc y Josep Maria Rubiralta Vilaseca en el año 1967, bajo el nombre de Compañía Española de Laminación S. A. en Castellbisbal (Barcelona). Actualmente es líder de Europa en la producción de acero circular de bajas emisiones y presume de ser el “primer grupo industrial privado español”. Emplea a 4.500 personas en España y cerca de 10.000 en toda Europa, en sus 120 centros de trabajo repartidos en nueve países. Además, tiene el apoyo de la Generalitat de Cataluña: su presidente, Pere Aragonés, estuvo presionando a Pedro Sánchez, que hace una semana llamó a Deutsche Bank para que los acreedores facilitaran la inyección del Estado y así poner fina al enfrentamientro entre accionitas y accredores, según informó El Mundo. 

Entre sus problemas están las pérdidas (antes de la pandemia, la auditora EY alertaba de unas pérdidas sin declarar de 400 millones) y la elevada deuda de 2.819 millones, así como dificultades para lograr un acuerdo de reestructuración con los acreedores

Celsa tuvo una facturación de 4.120 millones en 2019 y superó dicho nivel preCovid en 2021, obteniendo unos ingresos de 5.300 millones y un Ebitda de unos 600 millones. Pero entre sus grandes problemas está la situación de pérdidas (ya antes de la pandemia, la auditora EY alertaba de unas pérdidas sin declarar de 400 millones, como informó Economía Digital) y la elevada deuda, situada en 2.819 millones. De cara a su futuro, es necesario reestructurar dicha deuda con el acuerdo de la compañía y los acreedores, algo que aún no ha podido conseguir: la mayoría de la deuda que tenía pendiente con la banca en 2017 hoy es propiedad de varios fondos de inversión (Anchorage, Capital Group, Attestor Capital, Cross Ocean Partners, Golden Tree, Sculptor, SVP Global...), aunque también del banco alemán Deutsche Bank y del banco de inversión estadounidense Goldman Sachs. El tema de los acreedores tiene miga. En un principio, los fondos ofrecieron renunciar al 49% si la familia Rubiralta garantizaba beneficios futuros, después presentaron la opción de quedarse con el 75% del capital pero la familia no era partidaria de perder acciones y lo último es que los acreedores Jumbor y Convertible han propuesto una quita de la deuda de 630 millones.

En paralelo, el Consejo Gestor del Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas ha aprobado la ayuda de 550 millones a Celsa, a través de un préstamo participativo de 280,5 millones y otro préstamo ordinario de 269,5 millones, que deberá devolver en siete años. Como el participativo supera los 250 millones requiere de permiso de la Comisión Europea y una vez se obtenga, tendrá que llegar el visto bueno del Gobierno (algo que se prevé para el Consejo de Ministros del próximo día 28).

No hay que perder de vista que, en teoría, el fondo para empresas estratégicas de la SEPI se creó el 3 de julio de 2020 con una dotación de 10.000 millones procedente de los fondos europeos para rescatar a empresas que fueran viables antes del Covid y no para que se hiciera una socialización de pérdidas. Hasta ahora sólo ha repartido 2.503 millones (el 25% del total) entre 23 compañías (más de una con pérdidas -Volotea y Plus Ultra, entre otras- y sobre todo del sector turístico). Si al final suma el rescate de 550 millones de Celsa, la cifras ascendería a 3.053 millones (el 30,53% del tota), cuando el plazo de adjudicación acaba el próximo 30 de junio y el Gobierno Sánchez negocia con Bruselas una prórroga de cuatro meses. Además, sería el mayor rescate otorgado a una empresa estratégica hasta la fecha, superando los 475 millones que se otorgaron a Air Europa