En Cellnex, las cosas andan algo revueltas por culpa de Chris Hohn y su fondo (The Children’s Investment -TCI-, es decir, el fondo de inversión de los niños), que están incordiando, pero deben aclararse. Y es que si consideran que hay problemas de gobernanza en la compañía de servicios e infraestructuras de telecomunicaciones, ¿por qué siguen elevando su participación?

Este multimillonario británico de 56 años y su fondo activista están incordiando, al igual que en su día lo hicieron en AENA cuando surgió su privatización o como lo ha hecho Joseph Oughourlian en PRISA y después en Indra. Hohn y TCI ya tienen el 9,032% del capital de Cellnex, lo que les ha convertido en su primer accionista, adelantando a los Benetton (poseen el 8,205% a través de Edizione, su holding de inversión) y al fondo soberano de Singapur GIC (dueño del 7,031%). Claro que también ha ido distanciándose bastante de otros muchos bancos y fondos de inversión (HSBC, JP Morgan Chase&Co, CPPIB, BlackRock y Norges Bank), del conglomerado chino con sede en Hong Kong y registrado en las Islas Caimán CK Hutchison (al que le compró emplazamientos de telecomunicaciones en seis países europeos) y de Criteria Caixa (4,774%).

Hohn y TCI critican la lentitud para elegir al nuevo CEO que releve a Tobías Martínez, asimismo piden la salida del presidente no ejecutivo (Bertrand Kan) y de otros dos consejeros (Peter Shore, independiente, y Alexandra Reich, dominical nombrada por GIC), y reclaman una silla en el Consejo

Eso sí, conviene hacer un matiz importante: Hohn es dueño del 3,119% de Cellnex y TCI tiene otro 5,913% de derechos de voto a través de instrumentos financieros (concretamente derivados, que tienen opción de compra con una serie de condiciones en un futuro, una compra que se puede materializar… o no). Sin embargo, tanto el multimillonario británico como su fondo activista quieren hacerse notar, aunque las formas puedan resultar un tanto extrañas: por un lado, han ido comprando acciones para elevar su participación, pero al mismo tiempo han criticado la gobernanza de la compañía a través de una carta que han enviado al Consejo de Administración… y se ha filtrado (¡qué casualidad!) al Financial Times. En concreto, han criticado la lentitud para elegir al nuevo CEO que releve a Tobías Martínez (se irá el próximo 3 de junio como un hombre que se retira en la cumbre), asimismo han pedido la salida del presidente no ejecutivo (Bertrand Kan) y de otros dos consejeros (Peter Shore, independiente, y Alexandra Reich, dominical nombrada por GIC), y han reclamado una silla en el Consejo. 

Al hilo de esta presión, cabe recordar que Hohn y TCI ya incordió en AENA cuando surgió el proceso de privatización, porque no quería que el Estado español siguiera controlando el gestor aeroportuario. Menos mal que el pepero Álvaro Nadal no cedió al ser una compañía estratégica y de soberanía nacional, recurriendo a la aparición de Enaire para controlar el 51% de AENA. En los últimos años, tampoco les ha hecho gracia el desplome durante la pandemia del Covid, ni el lío con los negocios de restauración, y ahora que ha vuelto el dividendo, presiona para la privatización de más torres de control de otros siete aeropuertos españoles. Eso sí, el presidente y CEO de AENA, Maurici Lucena, cree que tener a TCI es un privilegio, nos ha ayudado a hacer las cosas mejor”, aunque haya ido reduciendo su participación: llegó a tener el 10% y ahora Hohn ostenta el 6,358% (del que un 3,416% lo tiene a través de TCI), siendo el segundo accionista tras Enaire. No se puede perder de vista que Hohn está muy interesado en infraestructuras, un sector que tiene fuerte dependencia de lo público, y la última muestra se ha visto en su apoyo a Rafael del Pino, pues ha elevado su participación en Ferrovial al 7%.

Si por TCI fuera, optaría por una opción corporativa que pusiera en valor a la acción: una compra sería complicada por las dificultades de competencia. Pero también podría ser objeto de compra: American Tower tiene una capitalización bursátil de unos 83.100 millones de euros, más del triple que la de Cellnex (24.000 millones)

Volviendo a Cellnex, que ha tocado techo tras enfriar su entrada en Alemania y eso le ha pasado factura en bolsa, donde ahora no va tan bien como antes (en el último año, su cotización se ha depreciado un 20%). Antes iba mejor en el parqué, e iba a golpe de una compra tras otra, ahora ha optado más por el crecimiento orgánico, pero sigue estando muy endeudada y no reparte apenas dividendo. TCI es un fondo activista y si por ellos fuera, optarían por una opción corporativa que pusiera en valor a la acción, que también sería bienvenida por otros muchos accionistas, aunque es algo complicada dadas las dificultades que podría afrontar desde el punto de vista de competencia. Claro que también la operación podría no ser de compra, sino de ser comprada: American Tower tiene una capitalización bursátil de unos 83.100 millones de euros, más del triple que la de Cellnex (24.000 millones), y le podría interesar esta última que es la primera de su sector en Europa. Además, American Tower ha ido creciendo en España en los últimos años: Telefónica, KKR y Amancio Ortega, como accionistas de Telxius, le vendieron sus torres; y después Telefónica España le vendió la fibra óptica hasta la torre de los 11.500 emplazamientos de telefonía móvil.

Los movimientos de Hohn y TCI en Cellnex vuelven a abrir el debate sobre la necesidad de poner más barreras a los fondos de inversión que invierten en empresas, pues hasta ahora no solían querer entrar en la gestión ni en los consejos… Es cierto que con la pandemia, se han puesto medidas para blindar a las compañías, y ahora, afortunadamente, se han prorrogado hasta finales de 2024.