Una nueva muestra de la caradura ilimitada Teresa Ribera se puede ver este jueves en la entrevista que ha concedido en el El Economista. Y es que no ha tenido reparos en reiterar que cada familia no va a pagar exactamente lo mismo que en 2018, por mucho que Pedro Sánchez y ella misma han prometido que a final de año la factura eléctrica será semejante a la de 2018, eso sí descontada la inflación. Ahora afirma que “el agregado del consumo doméstico en 2021 va a ser equivalente al agregado del consumo doméstico del 2018”. ¡Prrrr...!

Sí, ¡prrrr...!, es lo que uno exclama al leer esta afirmando, recordando el famoso sketch del cómico Millán Salcedo. No se sabe si la entrevistadora (la periodista Esther Esteban), habrá entendido a Ribera, pero la mayoría del público desde luego que no. ¿Qué es el agregado del consumo doméstico? Ni idea… y Google tampoco lo sabe. Uno puede pensar que se referirá a la suma del consumo de un hogar, pero esto incluiría no sólo la luz, sino el agua, la calefacción…

Vuelve a criticar a las eléctricas: “han hecho movimientos interesantes que ojalá se hubieran producido antes, como por ejemplo todas esas ofertas de tarifas a precio estable”. Debería recordar que Repsol lanzó la primera tarifa plana de luz y gas en diciembre de 2019 y Endesa lanzó ‘Unica’ en octubre de 2020, por ejemplo

Esto supone una muestra más de la caradura de la vicepresidenta ecológica, después de que hace unos días señalara que “el promedio del conjunto de los hogares pagará lo mismo que en 2018”sin contar la inflación (que se ha situado en el 5,6% anual en noviembre), por supuesto. Y por si esto no bastara, añadía que “habrá muchas familias que paguen menos, algunas que paguen lo mismo, y algunas familias que quizás paguen un poco más”. Todo esto parece la cuenta de la vieja y ahora habla del agregado del consumo doméstico. ¡Vaya tela! Y encima, presume de “reducción del 96%” de los costes fijos que se trasladan a la factura y de que “se elimina toda fiscalidad. Eso no significa que cada una de las familias pague exactamente lo mismo que pagaba en 2018”.

Pero la caradura de la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico no se queda ahí, porque vuelve a criticar a las eléctricas: “han hecho movimientos interesantes que ojalá se hubieran producido antes, como por ejemplo todas esas ofertas de tarifas a precio estable, bajo, fijo, durante mucho tiempo, y sin permanencia, como ocurrió con la telefonía”. Ribera debería ejercitar su memoria, porque, por ejemplo, Repsol sacó la primera tarifa plana de luz y gas en diciembre de 2019, Endesa lanzó ‘Unica’ en octubre de 2020, Naturgy tenía entonces dos modalidades de tarifa plana (Tarifa Mes y superpacks) e Iberdrola contaba con planes personalizados... todo esto mucho antes de que estallara la escalada de precios de la luz. Y cómo no, Ribera ha vuelto a señalar que deben “ofertar precios razonables, entendiendo que muy probablemente sea a costa de renunciar a un margen de beneficios, porque tienen beneficio de sobra para hacerlo”.

“España es rica en sol y aire, y hay otras muchas posibilidades y con una cadena industrial detrás muy potente […] Es muy discutible que tenga sentido económico hacer nuevas nucleares en un país como el nuestro”. ¿Y qué pasa cuando no hay sol ni viento? Pues que las nucleares y el gas, e incluso el carbón, son los que garantizan el suministro eléctrico

Paralelamente, Ribera no da la más mínima oportunidad a la energía nuclear, pese a ser una energía barata y que no emite CO2: “No se va a prorrogar ningún año de vida útil de ninguna central”. Recuerden que Gobierno y empresas propietarias acordaron un calendario de cierre progresivo para los siete reactores que están operativos entre 2027 y 2035. Y encima alude a que en el hipotético caso de que hubiera prórroga no se haría “si no es con completa certidumbre con respeto a la seguridad del funcionamiento”, cuando la industria y la tecnología nuclear española es un referente fuera de España y entre otras cosas lo es por su elevada seguridad.

Respecto a plantearse nuevas centrales nucleares (como han hecho Francia y Reino Unido, entre otros países), Ribera echa balones fuera: “ninguna empresa está dispuesta a hacerlo […] porque no es rentable”… se olvida que la razón de esta falta de viabilidad no es otra que la asfixia fiscal que soportan las centrales en nuestro país. Y aún hay más: “España es rica en sol y aire, y hay otras muchas posibilidades y con una cadena industrial detrás muy potente […] Es muy discutible que tenga sentido económico hacer nuevas nucleares en un país como el nuestro”. ¿Y qué pasa cuando no hay sol ni viento, gran capitana verde? Pues que ahora las nucleares y el gas, e incluso el carbón, son los que tienen que garantizar el suministro eléctrico y encima la tecnología de almacenamiento anda demasiado en pañales. ¡Olé, Ribera!