“Actualmente, estamos viendo tasas de inflación muy altas y nuestras últimas cifras de inflación proyectadas también fueron bastante altas y los factores que impulsan la inflación no va a desaparecer pronto”, afirmó este jueves Isabel Schnabel, miembro del Consejo de Gobierno del BCE, en una entrevista concedida a Reuters.

Efectivamente, el IPC de la eurozona en julio alcanzó el 8,9% y el de la UE, el 9,8%, según datos publicados este jueves por Eurostat, en ambos casos, un récord histórico.

La situación, por tanto, no solo no ha mejorado sino que ha empeorado. “En julio decidimos subir las tasas en 50 puntos básicos porque estábamos preocupados por las perspectivas de inflación, las preocupaciones que teníamos en julio no se han aliviado y las perspectivas no han cambiado”, señaló Schnabel.

La clave es la inflación subyacente (sin alimentos no elaborados ni productos energéticos), que está subiendo más de lo esperado y amenaza con prolongar esta tendencia, y que llevará, con casi total probabilidad, a que el BCE vuelva a subir los tipos de interés en su reunión del 8 de septiembre.

Se acabaron los paños calientes. “Incluso con la normalización de la política monetaria en curso, llevará algún tiempo hasta que la inflación vuelva al 2%”, afirmó.

Es decir, el BCE subirá los tipos de interés a pesar del frenazo económico que ya estamos sufriendo. A partir de ahora prima luchar contra la subida desbocada de los precios. “Hay fuertes indicios de que el crecimiento va a desacelerarse y no descartaría que entremos en una recesión técnica, especialmente si el suministro de energía de Rusia se interrumpe aún más”, advirtió.

Las palabras de Schnabel suponen, además, una advertencia a los países sobreendeudados como España e Italia. La subida de tipos encarecerá la deuda soberana aunque el BCE continúe aplicando el sistema antifragmentación. Y ese encarecimiento, que ya estamos viendo en las subastas del Tesoro, implicará, tarde o temprano, más impuestos.