
Apenas ocho días después del apagón eléctrico que afectó a la Península Ibérica, la patronal gasista Sedigas ha recalcado que los cicloscombinadosdegas fueron claves “para restablecer el sistema y dar firmeza”, junto al bombeo. Su presidente, Joan Batalla, ha señalado que “con independencia de los mecanismosdecapacidad (que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico sacó a consulta pública hace unos meses y que son necesarios para garantizar su viabilidad económica), los ciclos estuvieron ahí”.
De hecho, fueron especialmente claves en la reposición durante la noche del día 28 de abril y hasta las nueve de la mañana del día siguiente, aportando casi el 90% de la generación eléctrica. “A veces la seguridad de suministro se da por descontado y en estos acontecimientos extraordinarios se pone en valor las ventajas de cada tecnología”, ha referido Batalla. En el caso de los ciclos, destacan no sólo por proporcionar una potencia firme, ágil y flexible al sistema eléctrico. Por ello, ve esencial garantizar la implementación de un marco regulatorio estable que facilite su viabilidad económica a través de los citados mecanismos de capacidad. Asimismo, ha destacado que dichos ciclos están diseñados para funcionar unas 4.000 horas al año, pero lo hacen unas 1.000, y en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) se mantiene toda su potencia sin cambios, lo que es “un reconocimiento” hacia dicha tecnología y su contribución a la garantía de suministro.
El presidente de Sedigas también ha referido que, tanto en la trágica DANA del pasado 29 de octubre como en el reciente apagón masivo del 28 de abril, “el sistema gasista siguió funcionando”
Eso sí, de cara a si tras el apagón se deben replantear algunos aspectos de la política energética para la transición (incluido el cierre nuclear), Batalla ha afirmado que “esto no va de una tecnología u otra. Se debe tener claro donde se quiere llegar en la descarbonización, porque el reto es mayúsculo” y en dicha transición “los gases renovables ocupan un papel protagonista”. “Hay que poner en valor la gestión y el funcionamiento del sistema eléctrico, que es sumamente complejo. Hay que esperar a ver lo qué ha pasado (en alusión al apagón), antes de hacer una reflexión”, ver las causas y cómo garantizar que no se produzca de nuevo, “hay que esperar para ver si se debe replantear el PNIEC”.
El presidente de Sedigas también ha referido que, tanto en la trágica DANA del pasado 29 de octubre como en el reciente apagón masivo del 28 de abril, “el sistema gasista siguió funcionando”. A escasos dos días de celebrar su 51ª reunión anual, ha reseñado que en 2024, el sistema gasista alcanzando una demanda de 312 teravatios-hora (TWh), un 4,2% inferior a la de 2023, y donde la demanda convencional (la de hogares, comercios e industrias) se ha situado en 237,1 TWh, gracias al mayor consumo industrial (176,8 TWh, un 4,2% más); y además, el 24% de la demanda ha correspondido a la generación eléctrica (los ciclos aportaron una media anual del 13,5% de la electricidad en el mix, aunque con un pico en los días 11 y 13 del pasado diciembre, donde contribuyeron con el 85% que no pudo aportar las renovables). Asimismo, ha vuelto a quedar patente la buena infraestructura gasista de España, que permite su diversificación de fuentes de aprovisionamiento (a través de regasificadoras y de conexiones internacionales) y su garantía de suministro. Entre los 14 proveedores, han vuelto a destacar Argelia, EEUU y Rusia. Además, se han exportado cerca de 34 TWh, siendo el segundo país europeo, tras Bélgica en recargas de buques metaneros.
“Hay menos ayudas en biometano que en hidrógeno renovable”, explicado la secretaria general de Sedigas, algo que se debería corregir porque “nos interesa descarbonizar el sistema gasista”, así como agilizar la tramitación de permisos porque tardan una media de tres años: España cuenta con 11 plantas de producción de biometano, frente a las 700 de Francia y las 150 de Italia
Naiara Ortíz de Mendíbil ha referido el papel clave de los gases renovables en el conjunto de la descarbonización, incluyendo la electrificación, como ha dejado patente el reciente apagón. Entre estos gases se encuentra el biometano, una tecnología madura en la que España cuenta con un gran potencial (podría sustituir más del 50% de la actual demanda gasista sin cambiar la infraestructura), así como el hidrógeno renovable. “Hay menos ayudas en biometano que en hidrógeno renovable”, ha explicado la secretaria general de Sedigas, algo que se debería corregir porque “nos interesa descarbonizar el sistema gasista”. Asimismo, se debe agilizarla tramitación de permisos porque tardan una media de tres años: España cuenta con 11 plantas de producción de biometano (siete de ellas en Cataluña) que ya lo están inyectando a la red gasista, frente a sólo una que había en 2010 y “se espera un crecimiento exponencial para el periodo 2025-2027”, pero “la construcción de la planta que tarda de seis meses a un año no es el cuello de botella”. En 2024, las plantas de biometano españolas inyectaron a la red 315,8 gigavatios-hora (GWh), apenas el 0,1% de la demanda gasista total, una cifra demasiado pequeña teniendo en cuenta el altísimo potencial de nuestro país, aunque es un 29% superior a la cifra de 2023 (244,1 GWh). Además, hay necesidad de formación de perfiles laborales en las que ya se van dando algunos pasos.
Batalla ha subrayado que en proyectos de biometano “no se va al ritmo deseado” y nuestro país se está quedando atrás respecto a otros europeos, pues Francia ya cuenta con cerca de 700 plantas de biometano inyectado gas a su red, dentro de las más de 1.500 que hay en toda Europa. También han aparecido nuevos jugadores, como Italia, donde las ayudas han permitido que ya existan cerca de 150 plantas inyectando a la red.