La junta directiva de WPP ha elegido por unanimidad a Mark Read como consejero delegado de la todopoderosa agencia publicitaria. Ocupa el cargo que dejó en abril su fundador, Martin Sorrell, obligado a dimitir tras un caso sonado de corrupción interna que ha levantado ampollas dentro del grupo. Es un paso más, como quien dice, para acabar con su yugo, pero su sombra es alargada: tras el affaire puso en marcha su propio negocio, que ahora compite con WPP.

La investigación a Sorrell llevada a cabo por Roberto Quarta, que asumió su cargo de forma interina, ha chocado con los propios inversores que rechazaron la millonaria indemnización pagada. No es para menos. El tóxico Sorrell no solo metió la mano en la caja, sino que creó una cultura del miedo dentro de la empresa, entre intimidaciones y amenazas, tensiones que estallaron en la última junta de accionistas. También pagos a una “trabajadora sexual” con fondos de WPP.

Sorrell ha combrado una indemnización millonaria de WPP, con la que ya ha empezado a competir

Sorrell, como ya informamos, es el rey de la publicidad y abanderado del Nuevo Orden Mundial, y también un amedrentador de multinacionales como mayorista publicitario (en España, Telefónica). Su influencia se ha medido en medios como Prisa, a través de Juan Luis Cebrián, o La Sexta, a través de los Migueles (José Miguel Contreras y Miguel Barroso), y también mediante el Club Bilderberg, progre en lo social y capitalista en lo económico.

Ahora el hombre fuerte es Read, hasta ahora codirector general de Operaciones, director de la agencia Wunderman y del negocio digital de WPP. Cobrará por ello 975.000 libras (en euros, 1,08 millones), que no incluyen los bonus (el anual de 250% el salario, el bianual, un 40% en acciones, y el de incentivos a cinco años según resultados, un 350% del salario).

Además, Sorrell amenaza con competir con una agencia

Read tiene ante sí los retos que se derivan de la crisis en el sector publicitario, pero también tendrá que lidiar con Sorrell, que además de llevarse una indemnización de vértigo, amenaza con competir con una agencia. Ya ha comprado la holandesa MediaMonk, por la que pagó 300 millones a través de su sociedad S4 Capital, a pesar de los acuerdos de confidencialidad.