La sospechosa renuncia de Martin Sorrell, hace dos meses, como consejero delegado del gigante publicitario WPP, que fundó, sigue levantando ampollas en el grupo. Sorrell metió la mano en la caja, además de otras conductas impropias, para crear una cultura del miedo en el grupo con intimidaciones y amenazas, que han salido a relucir en la última junta de accionistas.

Ahora bien, un halo de misterio cubre la fuga interesada de Sir Sorrell, de 73 años (se llevó, de paso, un puñado de millones en bonos por las cláusulas de la indemnización), a pesar de la investigación interna (cerrada y secreta, por la que se fue), ni el actual presidente, Roberto Quarta, ha convencido con sus explicaciones a los accionistas.

Sorrell es uno de los abanderados del Nuevo Orden Mundial y pieza clave del Club Bilderberg

El 30% de los accionistas rechazó el informe anual, en el que se recoge el pago de 19 millones de libras en acciones a Sorrell (además de los 200 millones que ha cobrado en pagos y bonos en cinco años), y un 17% vetó la reelección de Quarta, que insistió en que el grupo trató las alegaciones dadas por Sorrell como las de cualquier otro.

Sorrell, como ya informamos, es el rey de la publicidad y abanderado del Nuevo Orden Mundial. Son las consignas que pasaba a los presidentes de las multinacionales, a las que se presentaba como un ilustrado, con cierto tufillo masoncete. Es también uno de los hombres claves del influyente Club Bilderberg, progre en lo social y capitalista en lo económico, club e ideario al que también pertenece Juan Luis Cebrián.

Además de lo que ya sabíamos, como su modo de amedrentar a los medios en sus negociaciones como mayorista publicitario, con un estilo próximo al matonismo -para influir en ellos-, ahora sabemos parte de sus nada edificantes prácticas personales.

Progre en lo social y capitalista en lo económico, instaló la cultura del miedo en WPP y desvió recursos para fines propios

“Entiendo que sigue habiendo preguntas, pero verdaderamente no hay nada más que podamos dar a conocer, por motivos legales”,  ha dicho Quarta a los accionistas, que ya conocían, por Financial Times o The Guardian, al tiempo que espera -eso ha dicho- renegociar el contrato con Sorrell, con nueva empresa, para colmo.

Entre las prácticas de Sorrell, figura un entramado de intimidaciones para crear una cultura del miedo entre los ejecutivos. Están formuladas con denuncias concretas contra Sir Sorrell y hay de todo: el recurso a “trabajadoras sexuales” con fines de su oficio, uso de fondos de la compañía, despidos arbitrarios.