FCC está recomponiendo jurídicamente la estructura de FCC Medio Ambiente, una de sus tres grandes divisiones del grupo que controla el mexicano Carlos Slim, pero cada vez más ausente, también. Es un paso, en fin, en la misma dirección que otras operaciones dentro del grupo que apuntan al troceo, primero, y a una venta posterior, de todo o parte, como ha sucedido en Aqualia, otra de tres grande divisiones, la de agua.

FCC Medio Ambiente es parte de lo bueno, como Aqualia -aunque con márgenes ambas, en la primera es menos holgado-, frente a la tercera, FFC Construcción, pero que ha ayudado a Slim a acudir con concursos internacionales con más avales y una certificación que no tiene Inmobiliaria Carso. Por eso aparece en la puja por la ampliación del aeropuerto de la ciudad de México.

Los cambios para unificar FCC Medio Ambiente en una sola sociedad apuntan, en cualquier caso, a la paquetización de negocio antes del colgar el cartel se vende, una sospecha creciente según diversas fuentes consultadas por Hispanidad, también dentro de FCC.

Slim ha intentado vender todo el grupo, pero no lo consiguió, como FCC Construcción a Florentino Pérez, que no quiso ni entrar a negociar

Es un modo de contestar, como quien dice, a un negocio repartido en filiales, con contratas en muchas ciudades y que abarca varios servicios, desde la limpieza de las calles y la recogida y tratamiento de basuras, lo más destacado, al mantenimiento de alcantarillas, la gestión de residuos industriales o la conservación de zonas verdes.

Slim, dicho sea, ha intentado vender todo el grupo -es uno de sus muchos negocios que sostiene su fortuna-, pero no lo ha conseguido, del mismo modo que intentó vender a Florentino (ACS) FCC Construcción, pero éste no quiso.

Pero otra cosa es cuándo lo haga, si lo hace. Hay, por cierto, un Consejo del grupo programado para el 8 de mayo. Otra cosa, también, es que acuda personalmente. Antes lo hacía, pero hace tiempo que no. Incluso ha viajado a veces a España pero no se ha pasado por el grupo.

Y Aqualia ha sido endeudada y vendida al fondo IFM en un 49%

Esa indiferencia no se termina de entender, de puertas adentro, aunque sí es unánime la interpretación que apunta al cansancio del magnate sobre su negocio español.

Tampoco se termina de entender el abandono de Carlos Jarque como consejero delegado -le sustituyó el industrial Pablo Colio-, salvo porque fuera un prohombre con numerosos cargos (también el de ministro de México), y que saliera de la cúpula el director financiero, Miguel Martínez Parra, qué sí manda, pero estaba enfrentado a Jarque.

La operación en Aqualia da pistas, primero porque utilizó esa filial como garantía, con la emisión de 1.320 millones en bonos, para adelgazar la deuda del grupo (3.579 millones al cierre de 2017), y posteriormente vendió el 49% al fondo australiano IFM por 1.024 millones. Por cierto, los australianos quieren mandan a pesar de la prima de control de FCC.

Eso sí, en los planes de Slim no está la venta de Realia, que ahora sí le emociona. Al contrario, quiere potenciar la inmobiliaria, como ya informamos en Carlos Slim, indiferente con FCC, enamorado de Realia.