Lo cierto es que los resultados del grupo hasta junio, conocidos este lunes, no son tan malos como se podría pensar. En los seis primeros meses del año el banco ganó un 18,6% más que en junio de 2018, hasta los 8.507 millones de dólares (en euros, 7.651 millones), con un resultado antes de impuestos de 12.407 millones de dólares (11.148 millones de euros), un 15,8% superior al registrado un año antes.

El HSBC, sin embargo, no brilló de igual manera en todas las plazas. Mientras en Asia, su principal mercado, aumentó los ingresos un 7% y contribuyó de manera decisiva al beneficio del grupo, en Europa perdió 528 millones de dólares (474,5 millones de euros). De nada le ha servido ser el mayor banco del Viejo Continente.

Y así llegamos a la salida del consejero delegado, John Flint, que asumió el cargo en febrero de 2018 tras suceder a Stuart Gulliver. La llegada de Flint pretendía abrir una nueva etapa en el grupo, salpicado por diversos escándalos de evasión fiscal y lavado de dinero. La entidad ha tenido que desembolsar unos 800 millones de euros solo en multas.

“En el entorno global cada vez más complejo y desafiante en el que opera el banco, la junta cree que se necesita un cambio para enfrentar los desafíos y capturar las oportunidades importantes que tenemos ante nosotros”, ha señalado Mark Tucker, presidente del HSBC, en un comunicado. Hablamos, principalmente, de los riesgos del Brexit, de la incertidumbre ante la guerra comercial entre EEUU y China, y de la inestabilidad por las protestas en Hong Kong.

“He acordado con la junta que los buenos resultados provisionales de hoy indican que este es el momento adecuado para el cambio, tanto para mí como para el banco”, ha afirmado Flint. ¿Comprenden?