• Por Soraya-presidenta apuesta el CEC y los chicos del Ibex 35. Por Feijóo apuesta… Feijóo, apoyado en el mejor feudo del PP: Galicia.
  • Pero Mariano ya ha dejado claro que no se marcha.
  • Al tiempo, el aznarismo está en plan autodestructivo: no quiere ni a Rajoy, ni a Soraya, ni a Feijóo, ni a Cospedal… pero no dice a quién quiere.
  • ¿Y quién tiene la culpa de todo? Carmen Martínez de Castro, secretaria de Estado de Comunicación. O sea, el mensajero.
  • La idea de Rajoy para mantenerse. Piensa en obtener 145 y con Ciudadanos (30) podría gobernar con Albert Rivera.
  • Lo malo es que Ciudadanos es jacobino y laicista… y está influyendo en el Gobierno.

Agobiado por las encuestas. Mariano Rajoy (en la imagen junto a Alberto Núñez Feijóo y Soraya Sáenz de Santamaría), cada día más irritable con quienes le rodean, ha dicho que quiere desconectar y que no le pasen llamadas: que se marcha a Doñana y no para rezar, durante el Triduo Pascual.

Para entendernos, desde el desastre del 22 de marzo en Andalucía, los barones regionales no quieren a Rajoy cerca de él: está gafado. Rajoy, por su parte, está convencido de que el partido, no él, se la va a pegar en municipales y autonómicas, pero lo suyo son las generales. Ahí sí valen los logros económicos macro, las grandes cifras. Bueno, al menos eso cree él.

Es decir, que, sin reparar en que a Zapatero le ocurrió lo mismo -antes de perder el poder central, perdió el regional y el europeo- Rajoy se dispone a resistir al precio que sea.

Es más, no tendrá estructura territorial ni tampoco tendrá partido porque el PP está muerto, Dolores de Cospedal está hasta el gorro de que se le haya pedido todo sin darle nada. Se le ha pedido que mantenga un partido de mayoría absoluta mientras desde el Ejecutivo no hacían ni caso de sus advertencias, especialmente en materia de comunicación. Y también está harta de que la vicepresidenta Soraya le pise todos sus iniciativas y a todos sus recomendados, mientras deja al PP como encargado de ganar las elecciones para que el Gobierno pueda seguir en el podio.

Además, Javier Arenas no ha hecho otra cosa que ponerle palos en la rueda a Cospedal. Y a Rajoy, ni se ha preocupado de Génova, le va mucho más Bruselas.

Y luego están los aznaristas, dando la brasa. Ahora bien, ¿quiénes son los aznaristas? No está claro. El momento de Aznar ya pasó. Se les reconoce porque no les gusta ninguna opción, pero dicen que todo va de mal en peor. Y es cierto: todo va de mal en peor.

Ahora mismo en el PP abundan los convencidos de que Rajoy está convirtiendo al PP en una UCD, que se desintegra por momentos. La obsesión con Ciudadanos es grande.

Y el Gobierno no está mucho mejor. Por una parte, Soraya Sáenz de Santamaría, apoyada por el CEC y por el IBEX 35, por el poder económico, así como por la canciller Angela Merkel, que se nos ha vuelto feminista. Soraya esperaba que el caso Bárcenas tumbara a su jefe de filas y el partido se viera obligado a echar mano de ella como tabla salvadora no manchada por la corrupción.

Pero Ruz le fastidió sus planes: resultó ser el mejor juez para el presidente. No ha imputado a Rajoy sino al PP, que es un partido muy grande y con muchos representantes legales. En cualquier caso, Soraya continúa agazapada, esperando su oportunidad. Por ahora no ha surgido: no puede arriesgarse a quedar en las generales como la número dos de un perdedor.

Y luego está el inefable Núñez Feijóo, a quien sólo le apoya, como sustituto de Rajoy, un tal Feijóo, pero que no debemos descuidar. Galicia es ahora básico para el PP y Feijóo está bien asentado en Galicia. Para el de la Xunta, al contrario que para Soraya, no es malo que Rajoy se estrelle. Sería su momento para hacerse con el partido, pero, eso sí, con una legislatura en la oposición. Es joven.

A todo esto, ¿a quién se echa la culpa de que el PP se parezca cada día más a UCD? A la secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez de Castro, que no comunica bien. Es decir, que la culpa es del mensajero, si ustedes me entienden.

Y así volvemos a Ciudadanos y a Albert Rivera. Porque, a todo esto ¿cuál es el plan de Mariano Rajoy? Pues aguantar como líder de gobierno y presentarse en las generales con un buen cuadro macroeconómico para conseguir 145 escaños (ahora cuenta con 185) y unirlos a los 30 que espera obtenga Albert Rivera. Y gobernar con fragilidad.

Ese es su plan. Ahora bien, a muchos votantes históricos del PP, por ejemplo al votante católico, no le gusta el asunto. Por dos razones:

1.Piensa que Rajoy ha "descristianizado el PP. Ejemplo: reforma del aborto. ¿Acaso el obispo Reig Pla no dijo que el PP se había convertido en una estructura de pecado?

2.Para un buen observador, Rivera no es más que el laicismo de derechas. Y entre un laicismo de derechas y de izquierdas lo mejor es no quedarse con ninguno de los dos.

Ahora bien, a Rajoy eso no le importa. Él puede que no sea laicista agresivo, es simplemente cristiano tibio, derecha pagana.

Y en el entretanto, el PP se parece cada ve más a la UCD, que cayó siendo una 'Unión de Centro en Disolución'.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com