Sr. Director:

361319. Eso es lo que somos, simplemente un número para la Empresa a la que entregamos parte de nuestra vida, el caso que voy a relatar representa 1/3 de la vida de Carlos, compañero y sin embargo amigo, difícil tener uno en una Empresa de 31.000 empleados, una de las que se reunió con el Presidente del Gobierno en la Moncloa con el fin de arreglar la crisis y crear empleo, cuando la realidad es que practica un goteo de despidos de forma silenciosa.

 

Todas esas empresas se rigen de forma común, en ellas somos "números" sin ninguna vinculación matemática, fomentan la competencia entre nosotros, incluyen un Código de Conducta Interna que revisa el comportamiento Ontológico de cada uno a través de un mecanismo interno y secreto, donde el denunciante sólo es identificado por el "consejo de asesores", para compensarle de alguna manera según la valía de la denuncia, siendo este código accesible desde la Intranet de la Empresa únicamente.

Hagamos lo que hagamos, las horas que dediquemos, las noches y fines de semana trabajando por nada, la interrupción de vacaciones por motivos de una punta de trabajo, sólo por implicación en esa "gran y ejemplar Empresa" a la que entregas parte de tu vida por un salario y te fías de ella como si fuese una madre, nunca te imaginarías que se comporte como una furcia y de manera tan ruin (dirán que no, que ha sido una decisión tomada por personas a nivel particular, siendo un error que subsanará en el futuro), ya es tarde, el mal está hecho, Carlos en el paro, apenas ha recibido llamadas de "otros números de trabajo" y desde luego de ningún responsable superior, que seguro habrán evaluado la disponibilidad por su estado, para encajarlo en cualquier proyecto o departamento.

Para Carlos con 42 años de edad, viejo según el mercado laboral, su historia empezó un viernes tiempo atrás, una hora después de salir del trabajo sufrió un infarto, dos más en el Hospital, seguramente a consecuencia de la tensión acumulada día tras día, el cansancio, la escasa compensación económica, los problemas o el cúmulo de todos ellos, se rehizo de aquel primer golpe después de una convalecencia cercana al año, se reincorpora al trabajo y transcurrido poco tiempo un nuevo accidente laboral le produce un esguince que le mantiene otro mes de baja, pasado este percance la mala suerte se ceba con él nuevamente, un accidente doméstico le lleva al hospital y después de varias operaciones le pronostican un 55% de Minusvalía, al margen de las secuelas del infarto que le medica de por vida, y esa Empresa a la que ha dedicado sus últimos años se inhibe a favor del INSS, informándole (telefónicamente) que no puede ni tiene la obligación de ubicarle en un puesto de trabajo diferente al desarrollado por él hasta el momento, ofreciéndole el pago de las vacaciones, el finiquito y dos años de excedencia, al término de la cual pasará revisión en su servicio médico para ver la posibilidad de reincorporarse a su antiguo puesto de trabajo, queriendo dar una imagen magnánima de la Empresa.

Qué hipocresía el ofrecer una excedencia después de firmar un finiquito, ¿alguien se puede creer tamaña desfachatez? Os preguntaréis cuál es esa empresa que quiere demostrar a ese empleado su magnanimidad. No es otra que INDRA, la misma que obtuvo un beneficio neto de 49,7 M€ en el primer trimestre del 2011 y cerró el ejercicio anual del 2010 con otro beneficio neto de 189 M€, (ver Invertia- 8 de Julio del 2011).

Nos mean y dicen que está lloviendo (15-M en Sol).

José Enrique Centén Martín