Llega el verano y a veces, el caos. El curso está a punto de terminar y llegan las vacaciones. Ese periodo ansiado por todos y, del que al final, casi siempre salimos con cierta ansiedad… Demasiado tiempo libre, demasiado tiempo todos juntos, demasiado tiempo, quizá, no aprovechado bien o de forma desordenada.

Los adolescentes eclosionan. Nuevos tiempos que desbordan a todos, al propio adolescente y posiblemente, también a sus progenitores, porque aunque todos sabemos que eso ha de llegar y que aunque de alguna forma lo vemos venir, siempre nos pilla de sorpresa. Los chicos de una forma y las chicas de otra -a pesar de que algunos se empeñen en que son imposiciones culturales del heteropatriarcado-, pero sin duda es un choque de trenes asegurado y hay que saber amortiguarlo, especialmente por parte de los padres.

También surge un “exceso” de convivencia entre marido y mujer. Salimos de la rutina: el trabajo, los colegios, las obligaciones diarias... Que de alguna forma gestionan nuestro tiempo y dan con la medida justa de relación en la que las tensiones y distensiones van y vienen sin darnos cuenta. Son días en los que padre y madre quieren -necesitan- descansar y reclaman más tiempo libre para ellos, juntos y por separado, pero que sin embargo hay una tarea inevitable que son los hijos, que son la vida misma y de la que no podemos deshacernos ni debemos permitir que solo una parte se encargue de los niños. Llegan las crisis con las sorpresas inesperadas.

Hay una tarea inevitable que son los hijos, que son la vida misma y de la que no podemos deshacernos

Y volvemos una y otra vez a la asignatura pendiente, reclamada como el agua en el desierto, que se llama conciliación. Los legisladores, sindicatos y patronal oyen como quién oye llover qué demandan los padres y madres trabajadoras, pero pocos, ¡qué pocos! hacen algo por ello. Y rompo una lanza en pro de los empresarios, ojo, porque los pequeños empresarios son los que flexibilizan más las posibilidades de sus trabajadores para ajustar sus necesidades de familia con la gestión o producción de la empresa. Hay que mover ficha, toca ponerse al día. Hay que dar la vuelta al ritmo economicista que justifica todo, por encima del tiempo necesario y justo en la relación de familia.

De eso hablo hoy, de padres y madres; de hijos y hermanos; y de padres e hijos… De cómo organizar el tiempo, los criterios de autoridad, edades y fases de los hijos, gestionar las crisis veraniegas del matrimonio y de mucho más.

El colapso de la autoridad (Palabra) de Leonard Sax. El autor acerca al lector con ejemplos preclaros y muy cercanos, casos concretos donde la autoridad debe ser aplicada sin tener que traspasar las líneas rojas de aquello que supera el trato normal y afectivo que los padres deben tener. Muy eficaz obra que no deben pasar por alto los nuevos padres o lo que ya llevan algo del camino recorrido pero que les toca afrontar una próxima adolescencia y juventud de sus hijos.

Cincuenta maneras de mejorar a tu familia (Rialp) de José Javier Ávila. Frente al ocio engordado por la falta de qué hacer, este breve librito le da un verdadero manual para sacar partido a las veinticuatro horas del día incluyendo las horas de sueño, tan necesarias como las de estar despierto y evitan estar medio dormido.

No seas pájaro de mal agüero (Espasa) de Gonzalo, Javier, Jorge, Rafael y Alfonso Abadía. Los hijos de Leopoldo se lanzan a contar cómo es el espíritu de su familia desde tópicos, dichos y moralejas por todos conocidos, pero con un nuevo enfoque que nos hará sonreír en más de una ocasión y nos aportarán ideas luminosas para llevar con gracia y paciencia algunos ratos de alto voltaje.

@hptr2013