Un taxista me lleva de Croacia a Bosnia, en concreto hasta el santuario mariano de Medjugorje. No dice una palabra durante todo el viaje, hasta que en la aduana de Herzegovina le hacen esperar más de lo debido. Es entonces cuando su némesis histórica le trae malos recuerdos y pronuncia estas cuatro palabras:

-¡Tito, komunist... pum, pum!

Y para que quede claro, el 'pum-pum' lo ejecuta con el dedo pulgar levantado y el índice extendido, con su mano derecha convertida en pistola de ejecución sumaria. 

Menos mal que el mariscal Tito era de origen croata, la república católica de la antigua Yugoslavia. Murió en 1980 y se le conoce por ser el líder comunista de los eslavos del sur. Es decir, de aquel comunismo que mostró una cierta independencia hacia el imperio moscovita de aquel asesino llamado José Stalin. No una independencia total, claro está, pero sí la suficiente para ser reconocido como una alternativa, asimismo comunista... pero no tan leninista.  

La aldea de Medjugorje se ha convertido en la capital mundial de la confesión y de la conversión... en un país musulmán y comunista, incrustado frente al Adriático

Eso no significa que Tito fuera un líder respetuoso con la condición humana. No lo fue, seguía siendo... komunist: ¡pum, pum! 

Contemplando a este taxista croata me sorprende que en España hayamos elevado a los comunistas al grado de ministros, que fue lo que hizo Pedro Sánchez hace ahora más de tres años. Es decir, algo que ni el socialista Largo Caballero, un 'gangster' contumaz, se atrevió a admitir hasta ya iniciada la Guerra Civil, en septiembre de 1936. Porque el marxismo es eso: "¡Tito, komunist... pum pum!". Lo sabe quien lo ha sufrido. Y lo digo con profundo desprecio y amarga emoción.

Pero Tito murió hace 38 años. Por el momento, los croatas no han exhumado su cadáver y en Split te enseñan su casa de veraneo. Pero es que allí no cuentan con un Pedro Sánchez, el hombre que pasará a la historia por la audacia de desenterrar el cadáver de un muerto hace 47 años: ¡Courage! Simplemente, Tito fue un dictador que debe ser reprochado por la historia pero no hace falta profanar.

Su cadáver, que no es él, es sólo su cuerpo corrompido, que yace en el Mausoleo de la Casa de las Flores, próximo a Belgrado, donde descansa en paz, aunque muchos de los que le soportaron quieran hacer ¡pum pum! con él se aguantan las ganas. Se combate a los vivos, no a los muertos.

Pero a lo que estamos: desde el 1 de enero, la moneda nacional croata comparte validez con el euro. Ya saben, como en España el 31 de diciembre de 2001 un café valía en Madrid 100 pesetas. El 1 de enero de 2002 pasó a valer un euro, 166 pesetas. Los croatas, gente inteligente, escarmentaron en cabeza ajena y se prepararon mejor: de repente, la moneda nacional croata, el kuna (KN), pasó de un cambio oficial de 8 a 1 a un 2 por uno. Sí, a ese cambio se están cruzando operaciones cotidianas en toda Croacia y en la próxima serbia, lo que significa, sencillamente, que los croatas han decidido que la entrada en el euro les va a costar muy caro, sí, pero también la van a vender muy cara a los turistas extranjeros. En efecto, los precios de cualquier servicio, no digamos nada de restauración, en pongamos Dubrovnik, es igual o superior a Madrid. 

Vamos que al turista le cascan un precio cuatro veces superior al real. Chicos listos estos excomunistas del mariscal Tito, un hombre de Estado que forjó un comunismo mediterráneo... para caraduras con rostro de tribuno.

Aconsejo a los turistas que acudan a Croacia el próximo año, cuando ya se haya consolidado el subidón de precios de la entrada en Eurolandia. Pagarán aún más pero no se sentirán estafados y podrán seguir entusiasmados con aquello de "Tito, komunist... pum, pum, pum! Ahora mismo, Croacia no es más que eso: una estafa.

Estoy convencido de que la Virgen María se apareció en 1981 a seis adolescentes -y se sigue apareciendo hoy- porque el sacramento más esquivado en todo el orbe católico, la penitencia, se practica en masa en Medjugorje

Luego entramos en Bosnia y entonces comprobamos cómo la fea aldea de Medjugorje se ha convertido en la capital mundial de la confesión y de la conversión... dentro de un país musulmán y comunista, incrustado frente al Adriático, que allí empezó todo, tan sólo un año después de la muerte de 'Tito pum pum'.

Sorprenden las colas de peregrinos para confesar en veinte idiomas, en un santuario que estéticamente ha sido tomado por un estilo Kitsch, verdaderamente repulsivo, con tenderetes donde se 'trafica' con imágenes, no todas artísticas. 

Pues ahí radica el milagro. Por eso estoy convencido de la sobrenaturalidad de Medjugorje, convencido de que la Virgen María se apareció en 1981 a seis adolescentes y se sigue apareciendo hoy: porque el sacramento más esquivado en todo el orbe católico, la penitencia, se practica en masa en Medjugorje, en aquel escenario ya mancillado visualmente por tanto hortera sobrevenido. A millones de peregrinos les importa un pimiento: van a allí a convertirse, no a una exposición. 

Sentí menos en Medjugorje que ante el Tito comunista pum-pum' pero, al mismo tiempo, recibí una auténtica visión: la de cientos de peregrinos de todas las razas, llegados de los cinco continentes, rodilla en tierra, confesando sus pecados. Eso no ocurre sin un motivo.