Por eso, se necesita que venga un Paco Ansón, no para enseñarnos a manejar un teléfono móvil, sino p
Decíamos ayer que Francisco Ansón había realizado una maravilla con la recopilación de sus artículos sobre las nuevas tecnologías y las nuevas majaderías, no siempre coincidentes pero casi siempre. Un libro titulado Signos de los Tiempos, que pasa revista a la sociedad que estamos creando.
El sumario de esta carrera tecnológica presenta una sabiduría decreciente. No es broma: recuerden que el que más rendimiento le saca a la tecnología es el adolescente, que no cumple el papel del más sabio.
Es como la música. Hay novelistas maduros, son los mejores, pero conozco pocos compositores maduros. Los grandes creadores musicales crearon en edad temprana. Con los 'millenians' y la generación Zeta ocurre lo mismo. Con un conocimiento innato e intuitivo, -los calificativos contradicen al sustantivo- el adolescente le saca más rendimiento al móvil, que el joven y el joven que el adulto.
A medida que va creciendo la persona, el conocimiento intuitivo debería dar lugar al razonamiento sensato. A medida que cumple años, se baja en intuición y se crece en sabiduría... salvo que le dejemos este papel a la máquina.
Por eso, se necesita que venga un Paco Ansón, no para enseñarnos a manejar un teléfono móvil, sino para explicarnos lo que significa el móvil. Es decir, para conocer el origen de lo que ocurre, que apenas importa al adolescente, y cuáles son sus consecuencias -que al adolescente le importan menos que nada-.
La tragedia actual es esta: la tecnología, que por la comodidad que nos ofrece nos resulta tan atractiva, no persigue otra cosa que la muerte del hombre. Para usurpar su primacía, necesita que el hombre desaparezca
Mucho me temo que el conocimiento intuitivo es algo parecido a lo que Hilaire Belloc decía sobre la separación entre pensamiento inductivo y deductivo: el pensamiento inductivo no es pensamiento en modo alguno, lo tenemos en común con los animales.
Si Belloc lo dijera hoy, que lo habría dicho, le matan. Hoy, que hemos reducido la filosofía a ciencia, la ciencia a tecnología, la tecnología a inducción, hoy que consideramos, en suma, que el único pensamiento aceptable es el que llamamos inductivo y en que la ciencia se ha convertido en la reducción del universo a aquello que podemos ver o contar, que, dicho sea de paso, representa una ínfima porción de la realidad... aún seguimos adorando esa ciencia menuda que llamamos tecnología.
Pero Ansón tiene la virtud de enamorarse de las cosas pequeñas. Por eso, él es un sabio mientras que yo me dedico a escribir sobre Pedro Sánchez y no se puede caer más bajo, porque un presidente del Gobierno puede una cosa grande pero no una gran cosa.
Ejemplo: Ansón no ha perdido el entusiasmo por saber frente a una generación que considera que no necesita saber porque ya dispone del móvil. Tampoco pensar, porque si quiere conocer algo, esa generación pincha en un ordenador, pincha en el teléfono inteligente (¡Menuda estupidez, la de teléfono inteligente!) y busca en Google. Pero el problema de Google es que iguala al sabio con el patán... y en ocasiones coloca al patán como sabio.
Quiero decir que como Signos de los tiempos, la obra de Ansón, se plantea la gran pregunta: ¿tiene corazón la tecnología? A ver, primera acepción del término tecnología en el diccionario de la RAE: "Conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico".
El problema de Google es que iguala al sabio con el patán... y en ocasiones coloca al patán como sabio
Tecnología es un derivado de técnica que, a su vez, procede del griego 'téjne' (τέχνη), que significa ciencia, arte u oficio. En definitiva, un círculo cerrado que, al final, nuestros antiguos identificaron con la habilidad para hacer algo, con la capacitación. Estamos hablando del pensamiento inductivo.
Ahora bien, volvamos a la acepción primera: la tecnología, según el diccionario, sería la aplicación práctica del conocimiento científico, siendo la ciencia no es más que una parte de la filosofía, no la más egregia, porque el objetivo de la tecnología no es la verdad sino la comodidad. La técnica no nos da un sentido de la vida, que es lo primero y lo último que precisa el ser humano para realizarse, sino que sólo nos hace fácil la vida.
Insisto: la ciencia reduce la filosofía a lo que se pueda ver y tocar, la tecnología aplica la ciencia a nuestra vida cotidiana y hace mucho más cómoda esa cotidianidad.
O sea, muy poquita cosa. Pero a Anson le fascinan las pequeñas cosas. Ergo resulta imprescindible leer su Signos de los Tiempos, al menos por dos razones:
1.Para enterarnos de lo que está ocurriendo en la humanidad en el siglo XXI, con el rigor y la documentación propia de Paco Ansón.
2.Para hablarle de tú a una generación que habla un lenguaje extraño pero de escaso contenido.
Porque la tragedia actual es esta: la tecnología, que por la comodidad que nos ofrece nos resulta tan atractiva, no persigue otra cosa que la muerte del hombre. Para usurpar su primacía, necesita que el hombre desaparezca. Sólo si el ser racional se rinde, como ocurre con el trashumanismo, la máquina podrá ocupar su lugar. Y créanme, a Satán le encanta la tecnología, como a todos los espíritus, a los que siempre molesta la materia, propia de seres interiores. Nada más similar al espíritu que la virtualidad, la invisibilidad con la que actúan las nueva tecnologías. Pero siguen siendo materia, y eso es algo que le moleta mucho.
Signos de los tiempos: un libro que hay que leer.