Si quieren cuidar el planeta planten árboles… y dejen de asustar a la gente
Al parecer, a la humanidad le encanta coleccionar miedos y vivir en permanente estado de ansiedad. Si no es el Covid, son las guerras, si no, el cambio climático o la necesidad de digitalizarse para sobrevivir al futuro, sin reparar en que el futuro no es más que eso que llega a ritmo de sesenta minutos por hora y 24 horas por día. No vivimos en el futuro sino en presente, que es donde decidimos el porvenir… y por lo que podemos colegir aquello de que “el futuro ya no es lo que era”.
Confíe más en la Providencia; ha demostrado ser más científica que los científicos. Y más humilde
Hasta la llegada del pesadito virus, el hombre, con el entusiasta e interesado apoyo de los poderosos, andaba obsesionado con el cambio climático, que estaba devorando el planeta. O sea, vivíamos atemorizados por Greta Thunberg o por cualquier otro mentecato que nos daba cita con la próxima tragedia planetaria. Nos tienen postrados y, porque no decirlo, puteados. Todos nuestros esfuerzos resultan insuficientes, y a lo más que podemos aspirar es a sobrevivir en la penuria. Y esto mientras vivamos, comamos, trabajemos, nos divirtamos -de esto, más bien poco- y descansemos según las órdenes recibidas. Las cosas van mal pero, pueden ir aún peor, si no haces lo que te digamos, por muy molesto que te resulte. Y, naturalmente, todo lo que haces ahora lo haces mal: estás destruyendo la capa de ozono, el medio ambiente, el equilibrio natural y, en cualquier caso, el planeta. Y, naturalmente, el culpable eres tú y sólo tú. De las erupciones volcánicas y de los tsunamis, también.
Propongo que nos liberemos de esta tiranía ecologista. No porque no haya un cambio climático sino porque, de entrada, los problemas no se solucionan generando angustia sino generando esperanza, en positivo. Sin ir más lejos, si quieres más oxígeno planta árboles.
Es cierto: la ciencia no se equivoca pero los científicos sí. El científico de hoy necesita, con urgencia, una cura de humildad
Mire usted, si quiere cuidar el planeta, plante árboles, productores de oxígeno, como siempre se ha hecho… y deje de asustar a la gente, Ussía acertó cuando escribió aquella obra titulada “Manual del ecologista coñazo”.
La economía verde, como la digitalización, debe llegar por sí misma, no se la puede imponer desde el poder. Es como pretender forzar el fin del mundo: no es posible pero, tranquilos, llegará.
Precisamente, la última ‘grossen chorradem’ que he escuchado, siempre por boca de expertos, amantes de las evidencias científicas -of course- es que el Covid ha llegado por la deforestación del planeta. ¡Toma ya, ciencia! Los chinos no tuvieron nada que ver, no les estigmatices.
Pero no hay mal que por bien no venga: a plantar árboles, a reforestar el planeta… y que nos dejen en paz.
Los problemas no se solucionan generando angustia sino generando esperanza
Al fondo: todo este pánico telúrico nos invade por haber perdido la confianza en Cristo, el abandono en la Providencia quien, a lo largo de la historia, ha demostrado ser más científica que los científicos, quienes, últimamente. fallan más que una escopeta de feria.
Además, recuerden: la ciencia no tiene ni fe ni patria (ni tan siquiera matria), cierto, pero los científicos sí. Y encima los hombres de ciencia resultan mucho más falibles que la ciencia… y lo que necesitan ahora mismo es una urgente y profunda cura de humildad.