Durante la pandemia impusieron las mascarillas que, no es un objeto de corrupción sino algo mucho peor, un bozal de sometimiento colectivo bajo el primer mandamiento de la era actual: sobrevivir a cualquier precio.

Por eso, las dictaduras del futuro serán sanitarias: nos aherrojarán pero asegurando que lo hacen por nuestra salud y nuestra seguridad. Y así, Mónica García -¿podía ser otra?- ministra de Sanidad, ya intenta imponer de nuevo las mascarillas que, aunque algunos lo duden no son un instrumento de corrupción sino un supuesto aparato sanitario. Empieza por los centros sanitarios pero recuerden que la libertad es como comer y como rascar: todo es empezar.

Esta sociedad desconsolada vive en un síndrome de Estocolmo permanente, por desesperación ante la muerte

Antaño, el tirano se imponía por la fuerza hoy consigue que el tiranizado le suplique más cadenas... empezando por el bozal, que algunos hipocondriacos -estamos rodeados de hipocondriacos- consideran que nos va a salvar... no se sabe de qué.

Es una especie de síndrome de Estocolmo colectivo, provocado por el miedo al secuestrador. En este caso por el miedo a la muerte, la marca de fábrica de esta sociedad desconsolada.