La pasada Navidad, Estados Unidos vivió una Nochevieja de pánico. El fanatismo islámico volvió a teñir de sangre las calles de la primera potencia mundial, con el salvaje atentado ocurrido en la ciudad de Nueva Orleans, en plena calle Bourbon, una de las vías famosas del país. El autor de la matanza, Shamsud-Din Jabbar, islamista radical, que portaba una bandera del grupo terrorista Estado Islámico durante la matanza, perpetró un atropello masivo que se llevó la vida de catorce inocentes.

Al más puro estilo progresista, más que hablar de la barbarie islamista, el todavía entonces presidente de Estados Unidos, Joe Biden, aseguró que “nadie debería sacar conclusiones anticipadas” en relación con lo ocurrido y el FBI, a pesar de la palmaria evidencia de que se trataba de un atentado islamista, aseguró al principio que no se estaba investigando como acto terrorista.

Pocos días después, tomaba posesión Donald Trump como presidente de Estados Unidos, y ya advertíamos que EEUU no podía ignorar la amenaza del terrorismo islámico interno, por más que la primera potencia mundial no sufra un problema de islamización grave como muchas naciones europeas.

Ahora, cerca de la Casa Blanca, ha tenido lugar un ataque terrorista, y dos agentes de la Guardia Nacional han sido tiroteados, uno se debate entre la vida y la muerte, y otro falleció en la madrugada del viernes. El autor de los hechos es Rahmanullah Lakanwal, afgano 29 años, que entró en Estados Unidos en 2021, junto con otros 90.000 afganos a los que la Administración de Joe Biden y Kamala Harris concedió el visado de refugiados.

Recuérdese que ese año, los talibanes retomaron el control de Afganistán, devolviendo al país a la barbarie islámica más salvaje, ante la inacción de Biden. El presidente Trump ha comparecido ante la nación desde Florida, dado que se encontraba allí celebrando Acción de Gracias con su familia:

"Puedo informar esta noche que, con base en la mejor información disponible, el Departamento de Seguridad Nacional está convencido de que el sospechoso detenido es un extranjero que ingresó a nuestro país desde Afganistán, un infierno en la Tierra".

El republicano ha cargado contra el plan Biden de acoger a refugiados afganos, afirmando así: "Fue trasladado por la administración Biden en septiembre de 2021 en esos infames vuelos de los que todo el mundo hablaba".

En el mismo sentido, se ha pronunciado la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem: “El sospechoso que disparó contra nuestros valientes guardias nacionales es un ciudadano afgano, uno de los muchos que, sin haber sido investigados, recibieron libertad condicional masiva en Estados Unidos bajo la Operación Aliados Bienvenidos el 8 de septiembre de 2021, bajo la Administración Biden. No mencionaré el nombre de este individuo depravado. Debería ser privado de la gloria que tanto anhela. Estos hombres y mujeres de la Guardia Nacional son madres, padres, hermanas, hijas, hijos de Dios, y cumplen las mismas leyes básicas de seguridad pública e inmigración consagradas por la ley durante décadas”.

El director de la CIA, John Ratcliffe, ha afirmado que el terrorista había accedido al programa de gracia de la Administración Biden por supuestamente haber colaborado con el gobierno estadounidense:

Tras la desastrosa retirada de Biden de Afganistán, el gobierno de Biden justificó el traslado del presunto tirador a Estados Unidos en septiembre de 2021 debido a su trabajo previo con el gobierno estadounidense, incluida la CIA, como miembro de una fuerza aliada en Kandahar, que finalizó poco después de la caótica evacuación, declaró a Fox News Digital.

A continuación, Ratcliffe ha cargado contra tal decisión indicando:

"A esta persona, y a tantas otras, nunca se le debería haber permitido venir aquí…. Nuestros ciudadanos y militares merecen algo mucho mejor que soportar las consecuencias constantes de los catastróficos fracasos de la Administración Biden".