Comenzamos esta crónica semanal sobre persecución a los cristianos en Irak, donde el Papa Francisco realizará un viaje apostólico desde el 5 al 8 de marzo.

La Iglesia católica de Irak prepara con esperanza e ilusión esa visita del Santo Padre. El padre Naim Shoshandy, un sacerdote siro católico de 37 años que se vio obligado a salir de Irak en 2013 ante la persecución del Estado Islámico, señaló: “Bienvenido a la dolorosa Iglesia iraquí, Iglesia martirizada, que perdió dos tercios de su población. Usted está aquí para llamarnos a ‘emprender acciones para defender a los pobres de la discriminación y las formas de desigualdad social y económica’. Estas se han vuelto insoportables y han llevado al Cielo el grito de nuestra juventud”, recoge Aciprensa.

El sacerdote vive actualmente en Albacete (España) y relata que el 23 de marzo de 2014 el Estado Islámico asesinó a su hermano Raed en Mosul. En el ataque, los hombres armados mataron a otras dos personas y dos más resultaron heridas.

Hemos vivido la maldad del ISIS o Daesh, como todas las familias de mi ciudad que compartimos la fe en Jesucristo

“Hemos vivido la maldad del ISIS o Daesh, como todas las familias de mi ciudad que compartimos la fe en Jesucristo. La mayor crueldad de este grupo la hemos vivido en nuestra propia carne y sangre. Ellos mataron a mi hermano. Él murió asesinado en Mosul: un día al salir de trabajar, le dispararon, solo por el hecho de ser cristiano”, indicó el sacerdote.

Luego de salir de su ciudad, el padre Shoshandy sirvió en el campamento de refugiados en Erbil, la capital del Kurdistán iraquí. “Estuve un año. Trabajaba como sacerdote y ayudaba a la gente para darle esperanza, para que sigan adelante, buscando el sentido de la vida. Celebraba Misa, bautizaba, casaba gente. Fueron momentos muy difíciles, no era nada fácil por el sufrimiento”, expresó.

“Tengo muchas experiencias pero siempre estaba con la experiencia del Señor conmigo. Hacía catequesis de niños y jóvenes, para que la gente siga adelante en la fe y tenga esperanza porque no podían trabajar por el idioma y muchos otros problemas”, explicó a ACI Prensa.

“El Santo Padre nos traerá unidad, sus oraciones; y su presencia entre nosotros nos traerá esperanza para el futuro. Su mensaje no es solo para Irak, sino también para todas las personas de Oriente Medio. Llegará en un momento crítico, pues hay muchas dificultades en la zona: conflictos, guerras e inmigración”, dijo.

Indicó que “los cristianos en esta situación necesitan una palabra de su padre” y el Papa es “el padre, y sus hijos necesitamos su presencia”

Indicó que “los cristianos en esta situación necesitan una palabra de su padre” y el Papa es “el padre, y sus hijos necesitamos su presencia”. “Bienvenido Santidad, usted es el elegido para condenar la persecución, la injusticia. La indiferencia ante la pobreza y las oleadas de inmigración empobrecida”, expresó.

Precisamente, el Papa Francisco recordó a los 21 mártires coptos de Egipto degollados el 15 de febrero de 2015 por terroristas de Estado Islámico (ISIS) en una playa de Libia, y afirmó que los lleva en su corazón: “Murieron diciendo: ‘¡Señor Jesús!’, confesando el nombre de Jesús”, recogió Aciprensa.

En un vídeo mensaje enviado a la Jornada de los Mártires Contemporáneos, organizada por la Diócesis Ortodoxa Copta de Londres con motivo de la conmemoración de los 21 mártires, el Santo Padre asegura que lleva en el corazón “aquel bautismo de sangre”.

“Estos veintiún hombres bautizados cristianos con el agua y el Espíritu, y aquel día bautizados también con la sangre. Son nuestros santos, los santos de todos los cristianos, los santos de todas las denominaciones y tradiciones cristianas. Son los que han blanqueado sus vidas en la sangre del Cordero, son aquellos... del pueblo de Dios, el pueblo fiel de Dios”, afirmó el Pontífice en el mensaje de video.

De su fe sencilla pero coherente recibieron el mayor regalo que un cristiano puede recibir: el testimonio de Jesucristo hasta dar la vida

En su mensaje de video, el Papa Francisco explicó que los 21 mártires cristianos “fueron a trabajar al extranjero para mantener a sus familias: hombres corrientes, padres de familia, hombres con la ilusión [el deseo] de tener hijos; hombres con la dignidad de trabajadores, que no sólo buscan tener pan en casa, sino llevarlo a casa con la dignidad del trabajo. Y esos hombres dieron testimonio de Jesucristo. Degollados por la brutalidad del Isis, murieron diciendo: ‘¡Señor Jesús!’, confesando el nombre de Jesús”.

“Es verdad”, señaló el Papa, “que se trata de una tragedia, que estas personas dejaron su vida en la playa; pero también es cierto que la playa fue bendecida por su sangre. Pero es aún más cierto que de su sencillez, de su fe sencilla pero coherente recibieron el mayor regalo que un cristiano puede recibir: el testimonio de Jesucristo hasta dar la vida”.

El Papa dio gracias a Dios “por habernos dado a estos valerosos hermanos. Doy gracias al Espíritu Santo por haberles dado la fuerza y la coherencia para llegar a la confesión de Jesucristo hasta la sangre. Doy gracias a los obispos, a los sacerdotes de la Iglesia hermana copta que les criaron, les enseñaron a crecer en la fe”. “Y doy gracias a las madres de esta gente, de estos veintiún hombres que los ‘amamantaron’ en la fe: son las madres del pueblo santo de Dios que transmiten la fe ‘en dialecto’, un dialecto que va más allá de las lenguas, el dialecto de la pertenencia”.

El nombre de Jesús fue la última palabra que salió a sus labios

En Egipto, la Iglesia copta también celebró el sexto aniversario de la masacre de los 21 mártires asesinados por yihadistas en Libia. La noche del domingo 14 de febrero, en la aldea de al Awar (provincia egipcia de Minya), se celebró una vigilia conmemorativa en la iglesia-santuario dedicada a los ‘Mártires de la fe y de la patria’, donde se conservan sus restos mortales. A la conmemoración litúrgica, presidida por Anba Pavnotios, arzobispo copto de Samalut, asistieron varios sacerdotes y una consistente representación de las familias de los mártires, entre otros.

En los días anteriores, un programa de televisión dirigido por el periodista Hamdi Rizk y titulado ‘De Minia a Libia al paraíso’ había reconstruido la historia de los mártires coptos con un reportaje desde el santuario de la aldea de al Awar. A través de las entrevistas recogidas entre varios familiares de los mártires, se puso de relieve la historia de martirio en sus rasgos de experiencia fecunda y consoladora para la fe de muchos egipcios bautizados, informa Fides.

Los 20 coptos egipcios y un compañero de trabajo de Ghana fueron secuestrados en Libia a principios de enero de 2015. El vídeo de su decapitación fue publicado en internet por sitios yihadistas el 15 de febrero siguiente. Apenas una semana después de la noticia de la masacre, el Patriarca copto ortodoxo Tawadros II decidió registrar a los 21 mártires decapitados por afiliados del autodenominado Estado Islámico en el Synaxarium, el libro de los mártires de la Iglesia copta, estableciendo que su recuerdo se celebrará precisamente el 15 de febrero.

“El vídeo que retrata su ejecución  —dijo a la Agencia Fides Anba Antonios Aziz Mina, obispo copto católico emérito— fue reconstruido como una escalofriante puesta en escena cinematográfica, con la intención de difundir terror. Sin embargo, en ese producto diabólico de ficción y horror sangriento, vemos que algunos de los mártires, en el momento de su bárbara ejecución, repiten 'Señor Jesucristo'. El nombre de Jesús fue la última palabra que salió a sus labios. Como en la pasión de los primeros mártires, se encomendaron a Aquel que los acogería poco después. Y así celebraron su victoria, la victoria que ningún verdugo puede arrebatarles. Ese nombre susurrado en el último momento fue como el sello de su martirio”.