Un papa ininteligible y una grey confundible
Francisco invita a una 'obispa' anglicana (sí obispa anglicana con cleriman, no el significado que el tal nombre tenía en el siglo de oro español) nada menos que al G-8 o G-9... o parecido, al grupo de cardenales que, en unión al Papa, rigen la Iglesia. Y entonces va la señora obispa, con perdón, y asegura que fue invitada para describir el camino anglicano hacia la ordenación de mujeres. Así, sin despeinarse.
Hombre, no voy a hablar de caída en picado, porque es sabido que la Iglesia anglicana se divide en dos: los curas que creen en Dios y los que no creen en Dios pero no se pueden declarar ateos porque dejarían de cobrar el estipendio.
La segunda cosa que hay que saber de la Iglesia de Inglaterra, creada porque el señor Enrique VIII pretendía convertir en esposa a su amante Ana Bolena, es que empezó a caer, aún más bajo del suelo, al sótano, cuando empezó a ordenar mujeres y luego a homosexuales.
Pues bien, a renglón seguido del mitin anglicano, el Papa se reafirma en su conocida doctrina, la misma que la de sus antecesores de que la mujer tiene que ser protagonista en la Iglesia, en todo... menos en lo ministerial.
Bendiciones a las parejas gay. Aquí, Francisco ha estallado: son unos hipócritas quienes critican Fiducia Supplicans porque cuando bendigo gays, que no parejas gays, todo el mundo me criticaba pero no cuando bendigo a un empresario que explota a sus empleados, que es un pecado más grave.
Pues bien, sin ánimo de graduar la gravedad del pecado de sodomía y del pecado de robo al empleado, la diferencia estriba en que el explotador no acude a la Iglesia en calidad de explotador, sino en calidad de empresario y, muy probablemente, ocultando su condición de explotador. Sin embargo, la pareja gay acude a ser bendecida en calidad de pareja gay y para demostrar que lo suyo es bonísimo y de paso, para retar al Catecismo de la Iglesia que se atreve a condenarlo y para confundir un pelín al personal y escandalizar a los católicos, que ellos llaman rígidos o bienpensantes.
Y entonces, ¿no hubiera sido mejor no invitar a la obispa y no haber publicado Fiducia Supplicans?
Un papa ininteligible y una grey confundible. Una vez más, Santidad, corremos con mangueras a las inundaciones y con barcazas a los incendios. Si algo necesita la feminidad actual es que no la abrumen con feminismos y si algo necesitan los gays es que les recuerden la doctrina del Catecismo de 1992 sobre la sodomía, a la que condena sin paliativos, al tiempo que pide tratar con respeto, compasión y delicadeza al homosexual.
Me temo que tenemos un Papa ininteligible y una grey confundible, espero que no confundida.