Comenzamos esta crónica semanal sobre persecución a los cristianos en Pakistán, donde dos jóvenes hermanas cristianas, Abida, de 26 años, y Sajida de 28, que residían en la colonia cristiana de Makhan, cerca de Lahore, fueron asesinadas el pasado mes de diciembre después de negarse repetidamente a convertirse al islam, informa la Agencia Fides.

Las familias presentaron una denuncia oficial por su desaparición, denunciando a los sospechosos de secuestro, ya que ambas hermanas habían informado que habían sido acosadas sexualmente a menudo y habían recibido de sus dos compañeros de trabajo, Muhammad Naeem y Mumtaz Khan, la solicitud, siempre rechazada, de convertirse al islam. La policía los arrestó como sospechosos de matar a las mujeres.

La noticia del asesinato fue confirmada por la policía. Según los agentes, que encontraron los cuerpos, ambas hermanas fueron asesinadas de la misma manera: fueron esposadas y estranguladas. Los investigadores sospechan que los dos hombres arrestados han secuestrado y asesinado a las hermanas y están llevando a cabo las investigaciones correspondientes.

“El despiadado asesinato de Abida y Sajida es una tragedia que muestra cómo la vida de las minorías religiosas en Pakistán pende de un hilo o no tiene ningún valor. La violación, el secuestro, la conversión forzada e incluso el asesinato de muchachas cristianas son fenómenos preocupantes. El gobierno no debe negarlo y tiene el deber de detener la violencia contra los cristianos”. Así lo ha declarado Nasir Saeed, director de la ONG CLAAS (Centre for Legal Aid Assistance & Settlement). Este doble asesinato ha generado indignación y protesta en la comunidad de fieles de Pakistán.

El gobierno (paquistaní) tiene el deber de detener la violencia contra los cristianos

Nos vamos ahora a Níger, donde “la fiesta por la liberación del padre Pierluigi Maccalli, el pasado mes de octubre, después de dos años de prisión en el desierto, no ha durado mucho”, como escribe a Fides el padre Mauro Armanino, hermano de comunidad del p. Maccalli, el misionero de la Sociedad de Misiones Africanas (SMA) secuestrado en su misión en Bomoanga en la frontera entre Níger y Burkina Faso, en la noche entre el 17 y el 18 de septiembre de 2018, por milicianos yihadistas, y que liberado el 8 de octubre de 2020.

“La semana pasada, según los testimonios recogidos por testigos in situ, al menos cinco personas armadas, en dos motocicletas, ocuparon durante algún tiempo el patio de la misión donde vivían Pierluigi y uno de sus hermanos. Los ocupantes llegaron por la noche e intentaron en vano abrir la puerta de la habitación de Pierluigi. Se llevaron varias cosas como: el colchón y las mantas de la habitación de invitados”, dice el p. Armanino.

“Este hecho, tras un tiempo de relativa calma, ha llevado a la gente, especialmente a los cristianos, a volver a sus antiguos miedos”, explica el misionero. “La impunidad que parece envolver la acción de este pueblo armado y la aparente ineficacia de las fuerzas de seguridad han contribuido a volver a poner la vida cotidiana de los cristianos bajo un manto de miedo”.

“Lo que sigue sucediendo se podría resumir en dos palabras. Uno, la más fuerte, es persecución. Es decir, el impedimento directo al ejercicio de la libertad de culto y el derecho a la educación de los niños, con el cierre forzoso de las escuelas. La segunda palabra, quizás peor aún, es ausencia, de las autoridades que no permite que se respeten estos derechos. El calvario de la parroquia de Bomoanga no ha terminado con la liberación del padre Gigi”, concluye el misionero.

Más de doscientas iglesias han sido quemadas, así como escuelas, pero no seremos derrotados

Y al lado de Níger, en Nigeria, un ataque perpetrado en Nochebuena por Boko Haram, con al menos once muertos y dos iglesias arrasadas, ha impulsado a un obispo nigeriano a alzar la voz para denunciar la situación e insistir en que la violencia islamista está condenada al fracaso.

En una entrevista con la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), el obispo de Maiduguri, Mons. Oliver Dashe Doeme, ha asegurado que no se iba a dejar intimidar por el ataque perpetrado en Pemi, cerca de Chibok, lugar donde en 2014 fueron secuestradas más de 270 alumnas, en su mayoría cristianas, recoge Infocatólica.

Tras el ataque de Nochebuena, en el que un sacerdote fue secuestrado, Mons. Doeme ha dicho: «Lo que Boko Haram nunca nos quitará es la fe. Nunca permitiremos que nuestra fe nos sea arrebatada por el mal. Nuestra fe es cada vez más fuerte. Cien personas fueron bautizadas en una parroquia en Nochebuena. La gente está muy comprometida».

Nigeria: Dios aplastará a Boko Haram a su tiempo

A pesar del período de violento conflicto que, según la organización nigeriana de derechos humanos Intersociety ha matado por lo menos a 12.000 cristianos desde junio de 2015, Mons. Doeme asegura que las acciones de Boko Haram, de hecho, están fortaleciendo la fe cristiana: «El año pasado, en mi diócesis había más católicos que cuando la crisis con Boko Haram no había comenzado. Mientras exista el Reino de Dios ninguna malvada fuerza humana lo derrotará. Más de doscientas iglesias han sido quemadas, así como escuelas, pero no seremos derrotados», el obispo ha añadido: «Somos un pueblo de fe y, como Iglesia, Boko Haram no es el único mal que hemos afrontado. Somos profundamente devotos de la Virgen. Dios aplastará a Boko Haram a su tiempo».