Se llamaba Marina, tenía 18 años y fue asesinada por su novia, quien fue condenada a 17 años de prisión, una pena insuficiente para la familia de la víctima, que espera respuesta del Tribunal Supremo a su recurso.

Le dio al menos 24 puñaladas y limpió la casa. Intentó esconder su cuerpo sin éxito, con ayuda de un amigo, y se entregó 24 horas después en Motril (Granada).

Marina

Marina no figura en ninguna lista oficial, aunque murió a manos de su pareja. Pero su caso se enmarca en la violencia intragénero, distinta de la que ejerce un hombre contra una mujer. 

La causa del asesinato de Marina fue que la joven quería dejar la relación. La escena, según se probó en sede judicial, fue la siguiente: Yasmina, enfadada, dice que no. "Ella estaba fregando las cosas del desayuno (…) y no pensé, reaccionéLe quité el cuchillo y la apuñalé", contó ante el jurado popular que la declaró culpable. Tal como recoge Diario de Mallorca, Marina trató de pedir auxilio. Yasmina le pegó "una patada en la boca", admitió ante las preguntas del fiscal. La joven gritó más. Su asesina, reconoció también, le "tapó la boca con la mano" mientras seguía apuñalándola de forma cruel. La patada no sería el único golpe. La autopsia reveló "puñetazos", "patadas" y múltiples puñaladas por diferentes partes del cuerpo (extremidades, abdomen, pecho, cuello, cara y espalda)".

"La especial vulnerabilidad de Marina", afirma el abogado de la familia, "determinaría la imposición de la pena de prisión permanente revisable. Y, aun descartada esta, la pena no debería haber sido inferior a 20 años por la agravante de parentesco". El letrado pide que se revise la condena al joven que le ayudó a esconder el cuerpo. "No creemos apreciar en él la eximente completa y consiguiente absolución del delito de encubrimiento, sino sólo la incompleta". Ahora, es el Tribunal Supremo el que tiene que decidir.