Decíamos en Hispanidad que el ecologismo es una doctrina cobardona, conservacionista. Recuerda aquello de “no queremos medio ambiente, lo queremos entero”. Si bien es cierto que el hombre no debe sobreexplotar al planeta. El imperativo moral de esa norma no es para no dañar al planeta sino para que el planeta pueda seguir siendo explotado por las futuras generaciones de seres humanos. Sólo por eso. El ecologismo nos está llevando a la equiparación entre la especie humana y las especies vegetales (¿Incluida la rata y la serpiente?) que resulta tan estúpido como pitorreable. Y así, entre tanta tontuna, hemos llegado a la personificación del planeta, al parecer un señor al que más de uno espera encontrarse cualquier día por la calle e invitarle a tomar agua con burbujas (el vino daña al planeta). Personificar a las cosas, también al planeta, es el camino recto hacia la locura.

Esto lo recordamos el Día Mundial del Medio Ambiente, jornada que Madrina aprovecha para denunciar el alarmante crecimiento del desperdicio alimentario en España y su impacto devastador en la pobreza infantil.

Conrado Giménez, presidente de la Fundación, lanza una pregunta: “¿Cómo podemos celebrar el Día del Medio Ambiente mientras tiramos a la basura comida que podría alimentar a millones de personas?”

Y es que, España lidera la Unión Europea en pobreza infantil, con un 27% de niños que viven en situación de pobreza. Es decir, más de 1.3 millones de niños en España pasan hambre.

El desperdicio alimentario en España alcanza niveles alarmantes, generando un impacto ambiental y social incalculable. En España, se estima que se pierden o desperdician alrededor de 8 millones de toneladas de alimentos al año, un escándalo que no se debe permitir.

Madrina alerta de que “se deben tomar medidas para reducir el desperdicio de alimentos en todos los niveles de la cadena alimentaria, desde la producción hasta el consumo”.

Justo ahora, cuando quienes nos dan de comer -y se lo están poniendo muy difícil- piden tanto al Gobierno Sánchez como a las instituciones comunitarias menos impuestos, ayudas y más control sobre los productos importados. En concreto, reclaman que se eliminen o se reduzcan los impuestos a la energía utilizada como medio de producción para el sector agrario, destacando el coste de los carburantes. Además, exigen que “la UE debe hacer prevalecer nuestros productos, frente a los que entran de fuera”. 

Como apuntamos en Hispanidad, la verdadera crisis económica es la falta de alimentos, el hambre... y podría llegar a Europa. Un consejo: volvamos al campo... y volvamos a lo pequeño.

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