Ya nadie duda del estado ambiental de los políticos y las formas de hacer política. Pocos son los que piensan que entre unos partidos y otros hay pocas diferencias ya que todos convergen en la ingeniería social que se llama ideología de género y todos son neoliberales con matices. Llega el día del cambio ante el apocalipsis institucional español.

Las últimas -y humillantes- noticias de la lideresa madrileña que por fin la han hecho dimitir, es solo un punto de atención del estado agónico de la política de altos vuelos. Noticias que para regocijo de los demás partidos no han hecho nada más que desgastar al Partido Popular y enmascarar los más de 110 casos que afectan a todos los partidos y todas las regiones de España. Miren ustedes, no pretendo justificar nada, pero casos de corrupción por dinero, tráfico de influencias, etc., ha habido de toda la vida de Dios y seguirá existiendo por los siglos de los siglos, amén. 

Sin embargo, lo que verdaderamente diferencia esta época contemporánea respecto de las anteriores, es que la mayor corrupción es la de la razón, en la que todos (partidos, entidades financieras y medios de comunicación) participan de forma activa irrumpiendo en la conciencia de las personas, vaciándolas de moral y asintiéndolas de un lumpen intelectual que al final sólo queda a flor de piel el sentimiento, es decir, puro sentimentalismo relativista.

Ha llegado el día, sí, de que algunos españoles que todavía son capaces de mantenerse al margen de la apisonadora social, den un cambio social. Un cambio en la forma de hacer política, de volver a las raíces del ser humano y poner por delante los intereses de la persona.

La economía, la política, la cultura, el arte, la justicia, la fiscalidad... Todo debe ser puesto al servicio del hombre, y no al revés. Una política que dé sentido al hombre y sitúe al ciudadano en el eje de la sociedad, porque la sociedad tiene sentido si hay hombres y mujeres con capacidad de tomar decisiones en libertad. Libertad que no es sólo votar.

Los políticos deben retornar a su verdadera tarea que es servir al ciudadano y no servirse de él. Los impuestos deben revertir en servicios a las personas y no a unas faraónicas instituciones que encarecen los gastos del Estado, que en su mayoría no son más que la duplicidad de gestiones y de gastos al erario público.

Los medios de comunicación tienen que retomar su verdadera vocación, que es servir a la información veraz, no a titulares interesados que generan la guerra de ideas entre ciudadanos.

Y las entidades financieras deben convertirse en la palanca necesaria para que la sociedad se desarrolle con proporcionalidad, dando crédito inteligente sin buscar negocio a corto plazo y entrampando a muchos que posiblemente no saben qué será de ellos dentro de poco tiempo.

Al final hay que revisar cuatros pilares básicos: Principios: la persona es lo que motiva a la acción política, no se la utiliza ni manipula para sacar rédito electoral. Comunidad: sólida y solidaria. Fuente de prosperidad. Preocupada por el medioambiente, situando al hombre por encima de la naturaleza con la grave responsabilidad de administrarla con sentido de sostenibilidad.

Retornar a la vida rural, tan necesaria para una sociedad avanzada y tan olvidada en las ciudades. Solidaridad: Las personas son válidas por sí mismas. No las hacen más o menos en función de lo que tienen o su procedencia. Procurar oportunidades reales para todos. Una hacienda pública que reparta en la proporción de las necesidades individuales. Una solidaridad que rechace las subvenciones clientelares. Libertad: garantizar la libertad personal y familiar.

Devolver a la familia su rango de importancia sabiendo que son la estructura básica de la sociedad, el recurso de renovación generacional y darles el papel protagonista en la educación de los hijos, los medios culturales y económicos necesarios para su mejor desarrollo.

El ocaso de occidente (Buena Nueva), de Ramón Domínguez Balaguer. Occidente avanza a su decadencia.  La “ideología de género” es: no sólo tengo derecho a hacer lo que quiera, ahora tengo derecho a ser lo quiera. Y en breve los padres no podrán decidir sobre sus hijos. El estado se encargará de manipularlos para que sean peleles. Ya solo el Cristianismo es la única respuesta ante la barbarie.

Política y sociedad (Encuentro). Papa Francisco. Se abordan múltiples cuestiones, tales como la paz y la guerra; la política y las religiones; la mundialización y la diversidad cultural; los fundamentalismos y la laicidad; Europa y los migrantes, la ecología, las desigualdades en el mundo; el ecumenismo y el diálogo interreligioso, y el individuo, la familia y la alteridad.

La batalla por la familia (Sekotia), de Francisco José Contreras (Ed). Aunque a este libro ya le dediqué un espacio en semanas anteriores, creemos que es importante retomarlo por lo que a la familia se le debe de atención, teniendo en cuenta el ataque directo que sufre por otros experimentos que también quieren llamarlo “familia” y que tratan de igualarla, y sobre todo porque las familias son tan maltratadas por la libertad de educar a los hijos, por la fiscalidad y por la ruptura continuada por leyes que no favorecen su estabilidad.

@hptr2013