Pero no se crean, si Escrivá deja de ser ministro, un desastre de ministro, de esos que cronifican los problemas, y vuelve al BBVA o similar, descubriremos que ya no es socialista, sino un liberal de toda la vida
El tradicionalista Chesterton, que militó en el Partido Liberal inglés, respondía a la pregunta de un periodista sobre si todavía seguía creyendo en el liberalismo económico: sí -respondió Chesterton- todavía creo en el liberalismo pero añoro aquellos días rosados en que también creía en los liberales.
El ministro José Luis Escrivá es un hombre en el que no confiaría Chesterton, un liberal converso al socialismo más cutre de las limosnas alimenta-vagos, un tipo que seguirá siendo socialista mientras conserve su cargo de ministro.
Es un cargo que le mola mucho, que ejerce con un empeño tan exagerado que raya en el ridículo. Para quienes hemos seguido su trayectoria, desde que estaba en el BBV hasta que Cristóbal Montoro le convierte en presidente de la AIReF, cargo que necesariamente debe desempeñar un liberal, dado que se trata de vigilar que el Gobierno no derroche, Escrivá ha cambiado de opinión cada semana sobre el Estado del Bienestar, impuestos laborales, sostenibilidad del sistema público de pensiones, etc. Es un estadístico bien mandado que hace realidad aquello de que yo soy yo pero mis circunstancias me llevan. Don José Ortega y Gasset no esperaba esta derivada de su axioma.
El responsable de Seguridad Social se convierte en la piedra angular de la economía sanchista, es decir, del reparto de la miseria. Eso sí, herido en su orgullo por su fracaso, se ha vuelto un maleducado de tomo y lomo
Pedro Sánchez se fijó en él porque comprendió que en aquel liberal de razón anidaba un corazón ambicioso, que respondía al principio marxiano de "estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros". Un personaje capaz de cualquier tipo de conversión, también al poder omnímodo del Estado, y encima capaz de retorcer las cifras -no es mal estadístico- y los argumentos hasta transitar desde el más espantoso capitalismo de mercado hacia el igualmente espantoso capitalismo de Estado, que es lo que retrata al Sanchismo.
El responsable de Seguridad Social se ha convertido en la piedra angular de la economía sanchista, es decir, del reparto de la miseria. Y así, aunque herido en su orgullo por su fracaso, ha prolongado la agonía del sistema de pensiones que su sucesor, sea rojo o azul, tendrá que cortar como una hemorragia que puede resultar mortal.
Pymes y autónomos le consideran el peor enemigo de su libertad económica... porque aún posee una credibilidad estadística de la que carece la embustera de Nadia Calviño
Quizás por ello, Escrivá, para justificar su fracasada gestión, se ha vuelto un maleducado de tomo y lomo, que considera capciosa cualquier pregunta periodística y que hace muecas y visajes ante la ausencia de elogios por parte de la oposición.
Pymes y autónomos le consideran el peor enemigo de su libertad económica... pero ojo, aún posee una credibilidad estadística de la que carece la embustera de Nadia Calviño, que sólo tiene éxito en Bruselas, donde la mentira se considera una de las bellas artes. Calviño sólo dora la píldora de las cifras, Escrivá es un sofista más documentado, que, por ejemplo, considera un éxito recaudar más por cotizaciones sociales, cuando lo que tenía que hacer para que España deje de ser el farolillo rojo del empleo en todo el área de la OCDE y en toda la Unión Europea, es lo contrario: reducir las cuotas sociales, en lugar de aumentarlas.
Calviño miente diciendo que todo va bien, Escrivá miente asegurando que nada va mal. De cara a unas elecciones, donde la gente no quiere realidades sino consoladoras promesas, el mentiroso Escrivá es más útil que la mentirosa Calviño a la hora de ocultar el fracaso económico del Sanchismo, cuyos representantes no cesan de vender éxito tras éxito, cuando lo cierto es que los españoles son hoy más pobres que hace cinco años y mantienen unas cifras de desempleo y de subempleo (empleo a tiempo parcial) que convierten la política económica no en creación de riqueza sino en reparto de la miseria.
Pero no se crean, si Escrivá deja de ser ministro, un desastre de ministro, de esos que cronifican los problemas, y vuelve al BBVA o similar, descubriremos que ya no es socialista, sino un liberal de toda la vida.