En diciembre de 2024 un joven danés fue asesinado en Corralejo, Fuerteventura. Dos meses después se conocen los pormenores del ataque gracias al atestado de la Guardia Civil, que detalla que los cuatro detenidos lo cercaron y atacaron «en manada», utilizando una viga de hierro para clavársela en el dorso. Ya moribundo, aprovecharon su estado para robarle el teléfono móvil.

El hecho de que los detalles de este caso se hayan conocido dos meses después de producirse la muerte del joven, y a manos de inmigrantes ilegales, nos sitúa de nuevo en el escenario en el que, como decíamos en Hispanidad, Europa adopta la postura del avestruz: respuesta pudorosa... no vayamos a estigmatizar a los autores del asesinato.

Por su parte, Tiempodecanarias.com destaca que, aunque muchos medios de comunicación se alistaron rápidamente a la teoría de la compra de droga por parte del joven danés, la situación fue completamente diferente.

Los detenidos, cuatro ciudadanos marroquíes en situación irregular son tres adultos y un menor. Los mayores de edad, que están siendo investigados por el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 6 de Puerto del Rosario, son Abdellatif E. F., Laroussi L. B. y Youssef E., mientras que el menor de edad es Othmane L.

Según la investigación es Abdellati el presunto autor de la muerte y también quien se llevó el teléfono móvil de la víctima.

Las diligencias policiales destacan que este grupo de agresores se aprovechó de la «incapacidad de reacción defensiva de la víctima», una persona que estaba siendo «dominada por el hecho» y cuya «capacidad de defensa» había sido «superada». Los investigadores describieron que los detenidos utilizaron una viga de hierro «que aseguraba la escasa posibilidad de supervivencia» del turista procedente de Estocolmo, añadiendo que «ninguno» de los presuntos autores «hizo nada» para evitar el crimen.

Tal como recoge Canarias 7, los agentes subrayan que, lejos de mostrar conciencia del grave riesgo de muerte en el que se encontraba la víctima, «ni siquiera hubo voluntad de auxiliar a la persona que yacía a sus pies, ya sea mediante sus propios medios o realizando una simple llamada a Emergencias».

Tras el ataque, los cuatro detenidos se marcharon «del lugar de los hechos» y continuaron «con sus quehaceres, como si nada hubiera pasado, sabiendo todos el sufrimiento deliberado que estaba viviendo» Gustav Langballe Nielsen.

Además de la agresión mortal y el robo al turista, también atacaron a su hermano, de 20 años, quien había viajado con él a Fuerteventura. Lo encontraron tras haber huido a la carrera en dirección opuesta al lugar del crimen y presentaba lesiones menos graves provocadas por objetos contundentes y otros golpes.

Tras días de investigación, la Guardia Civil detuvo en dos tandas a los cuatro presuntos autores. Uno de ellos, Abdellatif E. F., tenía numerosos antecedentes penales. Fue capturado tras intentar escapar a la carrera y, en el registro del garaje donde vivía, los agentes encontraron numerosos dispositivos electrónicos que, según la investigación, había robado en la isla y planeaba vender en el mercado negro.

También se destacó en el atestado que Abdellatif E. F. usaba dos identidades diferentes para burlar a las autoridades de la isla, no colaboró con los agentes y mintió sobre el paradero de la sudadera con la que fue identificado gracias a las cámaras de seguridad del centro comercial donde se cometió el crimen. Afirmó que se la había dado a un amigo, pero en las imágenes se le veía con ella puesta, escondiéndola cerca de un equipo contra incendios, y con el teléfono del fallecido en la mano.