El Papa Francisco estuvo en Canadá desde el 24 de julio, país al que llegó en una “peregrinación penitencial”, como él mismo dijo, para pedir perdón por el mal comportamiento que tuvieron “tantos cristianos” contra los indígenas en las escuelas residenciales.

Las escuelas residenciales eran un programa del Gobierno canadiense que separaba a los niños indígenas de sus familias para ser asimilados a la cultura occidental, apartándolos de sus raíces nativas.

Varias de estas escuelas fueron administradas por congregaciones religiosas católicas. Se calcula que en todo el país hubo aproximadamente 150 de estos centros.

En la rueda de prensa que ofreció en el vuelo en el que volvió de Canadá a Roma, el Papa Francisco aseguró que sí hubo un “genocidio” en las escuelas residenciales en el país norteamericano, recogió Aciprensa.

"Sacar a los niños y cambiar la cultura, cambiar la mente, cambiar las tradiciones, cambiar una raza, digamos así, toda una cultura. Sí, es una palabra técnica genocidio pero no la he usado porque no me ha venido a la mente, pero he descrito que… pero es verdad, sí es genocidio”, aseguró Francisco.

La Iglesia católica, con su dimensión universal y su atención hacia los más frágiles, con su legítimo servicio a favor de la vida humana en todas sus etapas, desde la concepción hasta la muerte natural, se complace en ofrecer su contribución

Otro día, ante los políticos y poderosos de Canadá, el 9º país más rico del mundo, el Papa Francisco advirtió desde Québec que es soberbia criticar los "colonialismos" de siglos pasados sin ver los "colonialismos ideológicos" actuales, la "cultura de la cancelación" y el desprecio a los pobres (incluyendo, mencionó, a los no nacidos), recogió Religión en Libertad.

En ese contexto, "la Iglesia católica, con su dimensión universal y su atención hacia los más frágiles, con su legítimo servicio a favor de la vida humana en todas sus etapas, desde la concepción hasta la muerte natural, se complace en ofrecer su contribución".

"Si en su momento la mentalidad colonialista se desentendió de la vida concreta de los pueblos, imponiendo modelos culturales preestablecidos, tampoco faltan hoy colonizaciones ideológicas que contrastan la realidad de la existencia y que sofocan el apego natural a los valores de los pueblos, intentando desarraigar sus tradiciones, su historia y sus vínculos religiosos. Se trata de una mentalidad que, presumiendo de haber superado las oscuras páginas de la historia, da cabida a la así llamada cultura de la cancelación, que juzga el pasado sólo en función de ciertas categorías actuales. Así se implanta una moda cultural que estandariza, que vuelve todo igual, que no tolera las diferencias y se centra sólo en el momento presente, en las necesidades y los derechos de los individuos, descuidando a menudo los deberes hacia los más débiles y frágiles; los pobres, los emigrantes, los mayores, los enfermos, los no nacidos..."