Silvia Carrasco es profesora de Antropología Social en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y presidenta de Feministes de Catalunya. Ahora, concede una entrevista a El Mundo puesto que está siendo objeto de una campaña de acoso por parte de activistas transgénero.

Según denuncia, todo ello ocurre ante la pasividad y complicidad de las autoridades universitarias, es más, esta semana vio como una grupo violento entró en la facultad y le obligó a cancelar su clase, al tiempo que la amenazaron con no dejarla volver. 

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Carrasco asegura que todo empieza en octubre de 2021 con la denuncia de un alumno, quien pide el cambio de una asignatura troncal de cuarto. El motivo que alega es que no se siente segura en su clase porque la considera tránsfoba: "Cuando yo, aunque estoy en contra de la doctrina queer, nunca me meto en estas cuestiones en clase, ya que sólo que digas que un hombre es un hombre, y que una mujer es una mujer, se sienten atacados".

Fue entonces cuando le llamó la decana y pudieron comprobar que la denuncia era del 28 de octubre y su primera clase había sido el 5 de noviembre: "Así que se quejaba por lo que me había leído en artículos de prensa. Pese a ello, la universidad atendió su petición".

La "segunda señal llega en marzo de 2022 cuando el Observatorio de Igualdad me exige que me disculpe con una alumna de doctorado a quien le dije que el lenguaje queer que estaba utilizando no era propio de las ciencias sociales, porque, además, estaba investigando el dolor por el aborto no deseado y, por lo tanto, se refería a mujeres". 

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En la entrevista le preguntan a Carrasco si se siente abandonada por las autoridades universitarias. Ella asegura haber hablado con el rector y haberle avisado que "no se podía tolerar lo que pasaba en la universidad con el activismo trans. Visto hoy, no sé lo que me preocupa más, si la sinrazón del transgenerismo, que está destrozando vidas de menores, o que este totalitarismo se haya impuesto en la universidad y la sociedad. Es una amenaza a la democracia. Otras compañeras han tenido episodios similares".

Y pone un ejemplo: "una profesora le tocó hablar en clase de la maternidad en diferentes culturas y un alumno reaccionó acusándola de estar dando por supuesto que los hombres no pueden ser madres. Entonces elevó la queja a la dirección de la universidad y esta, en parte, dio la razón al alumno". 

La siguiente pregunta es directa: "La universidad, pues, está tomada por el activismo trans?", y la respuesta lo es también: "Sí. Todos los formularios, toda la normativa interna, todo el discurso oficial, muchos programas de asignaturas se enfocan desde lo «no binario» e incluso hay una serie de artículos internos de la UAB que se cambiaron para reconocer lo que llaman «la realidad trans». Esto es aceptado por gente que no tiene ni idea de que lo queer es un invento ideológico y una construcción política, o por gente que, cediendo, quiere quedar bien con los estudiantes. De esta forma, han ido avanzado hasta que cualquier duda que se plantee sobre lo trans es considerada una agresión. Por eso, a muchas feministas nos llaman violentas, «terfas», y por eso quieren impedir violentamente que imparta clases. En la manifestación contra mí había incluso profesores".

Aclara que el término Terf es usado para denominar a las feministas, y así excluirlas, "crear un enemigo, nos deshumaniza y permite al movimiento LGTBIQ+ apropiarse del feminismo". 

"Han seguido una hábil estrategia de infiltración en los medios de comunicación, las grandes corporaciones, los partidos políticos, sindicatos, instituciones académicas. Mezclando causas justas y que tienen buena prensa, como la defensa de los derechos homosexuales, con ideas completamente contrarias al progreso y la igualdad, como el constructo del LGTBIQ+. Yo era militante de Iniciativa per Catalunya y he visto el desembarco queer en este espacio de la izquierda de la mano de Ada Colau, acusándonos a las feministas de ser unas mojigatas, unas anticuadas por oponernos a la prostitución y alertar del peligro del porno. Así, utilizan el concepto de «fobia» para desmantelar cualquier debate racional, que es sustituido por el delito de odio". 

Carrasco considera la Ley Trans una derrota del feminismo: "la Ley Trans se hizo sin tener en cuenta al movimiento feminista. No quisieron escucharnos sobre el peligro de lo trans, de las barbaridades que se explican en las escuelas. Muchos diputados del PSOE me dijeron en privado, antes de votar a favor, que esa ley era una locura".

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