Me preocupa que el ABC hable de "una vida de novela marcada por el amor y la magia" y presente como modelo de mujer a una bruja
María Estévez, corresponsal de ABC en Los Ángeles, se ha inspirado en Adriana Abascal para su novela Los deseos no sólo son palabras. Espero que se haya quedado en la inspiración.
No, no he leído el libro ni pienso hacerlo. Pero me preocupa que el ABC hable de "una vida de novela marcada por el amor y la magia" y presente como modelo de mujer a una bruja.
No, no lo llamo yo, es ella misma quien se enorgullece de serlo. Ojo al dato: Adriana "tiene un gran conocimiento del ocultismo, de las cartas del Tarot , de hechizos, embrujos, de especies (espero que sean especies comestibles), conjuros y sortilegios para todo tipo de males... Y es que se crió en México, con una cuidadora que era bruja".
La magia blanca no existe. O es magia negra, es decir, satánica, o es gracia de Dios y libertad humana para aceptarla o rechazarla. La magia o es demoniaca o es una estafa
Ya saben: esto no es lo de "me casé con una bruja" -nada menos que con Kim Novak eso se entiende, claro-, sino me crié con una bruja y lo suelto en una novela-biografía, aparentemente autorizada.
Insisto: la magia blanca no existe, sólo existe la gracia de Dios, verdaderamente mágica, por transformadora de la persona, y la libertad humana para aceptarla o rechazarla.
Pero la brujería renace porque el feminismo se ha convertido en lo políticamente correcto. Y el feminismo es una de la peores cosas que nos ha traído el siglo XXI, "lo mejor de España", según Irene Montero.
Con Cristo, a quien le encanta el alma femenina, la mujer empezó a ser respetada como hija de Dios
Al tiempo, el imprescindible Friday Fax nos informa de que varones multimillonarios norteamericanos financian el feminismo radical en todo el mundo, sobre todo en el Occidente cristiano: ¿Por qué será? Pues resulta muy lógico: la gran paradoja del feminismo es que a quien más beneficia es al varón machista, para el que la mujer sólo es un objeto de uso.
Con el feminismo, el machista tiene a la mujer allá donde la quería. Porque con la estafa feminista la mujer juega en campo contrario, en el terreno masculino donde, obviamente, está llamada a perder... por el factor campo.
Otra muestra de brujería: la obsesión con el aborto, el odio tanto a la virginidad como a la maternidad
Más, el feminismo odia todo lo cristiano, otro aspecto de lo más brujeril que, a fin de cuentas, en sus orígenes, las brujas no eran sino las servidoras de Satán. De hecho, el actual feminismo se está caracterizando por atacar templos católicos. También lógico: nada más opuesto al machismo que el cristianismo. Con Cristo, a quien le encanta el alma femenina, la mujer empezó a ser respetada como hija de Dios, protagonista de la familia y, por tanto, de la sociedad, dotada con esa inteligencia que San Juan Pablo II definió como el genio femenino y sobre el que nunca reflexionaremos bastante.
Y el feminismo también forma parte de la blasfemia contra el Espíritu Santo: lo malo es bueno y lo bueno es malo. El aborto es un derecho, que consiste en que la mujer se vacía de alma cuando mata a su propio hijo, en sus propias entrañas, y este sacrificio humano del niño -y de la madre- se convierte en derecho constitucional pregonado en los parlamentos. Pura blasfemia contra el Espíritu, donde la verdad se convierte en mentira y la mentira es alabada como verdad.
Volviendo a la brujería: recuerden que la magia blanca no existe. O es magia negra, es decir, satánica, o es gracia de Dios y libertad humana... para aceptarla o rechazarla. Esto es: la magia o es demoníaca o es una vulgar estafa. A fin de cuentas, el demonio -sí, más aún que Pedro Sánchez- es un grandísimo mentiroso, siempre tiende hacia la estafa.
Feministas, brujas... vienen a ser lo mismo.