El diccionario de la muy Real Academia de la Lengua define el feísmo como "una tendencia artística o literaria que valora estéticamente lo feo". Me encantan los señores académicos porque se la atan con papel de fumar.
Observen que no hablan de escuela o de estilo, como si, mismamente hablar del gótico o el barroco. No, hablan de "tendencia", y ya se sabe que las tendencias no son una escuela; la tendencia hacia lo egregio es tan tendencia... como la tendencia hacia la estupidez supina.
Y es que a los académicos no les gusta la contradicción: ¿cómo se puede valorar estéticamente lo feo? La estética valora lo hermoso. Lo feo debe desaparecer: que se mueran los feos, que no quede ninguno. Y a los feos todavía hay que aguantarles porque son personas, pero ¿lo feo? Cuanto antes acabemos con ello, mejor que mejor.
En cualquier caso, el feísmo es uno de los signos de nuestro tiempo, un signo bastante repugnante, dicho sea de paso. Sólo tienen que mirar cómo viste la gente por la calle: la calle parece una competición de feísmo.
Pero, ojo, matización importante: no es que tenga mal gusto o sea un desastrado o desastrada: es que quiero estar feo, o fea, y, además, enorgullecerme de ello.
Es la blasfemia contra el Espíritu Santo, lo propio del siglo XXI, esta ve en el terreno de la belleza, el arte, la moda. No es que tenga fallos es que me enorgullezco de mis fallos y llamo mal al bien y bien al mal, y califico a lo feo como bello y a lo hermoso como feo. Este último nivel es el feísmo y me enorgullezco de lo feo y de estar feo.
Y dos ridículos añadidos:
1.Cuando el feísta se enorgullece de lo feo.
2.Cuando el feísta se empeña en que lo feo es guapo.
Lo primero es falta de humildad, lo segundo es falta de sentido común. Y ambos resultan ridículos.