España no va mal, va peor, y no es por la inflación ni por la tarifa de la luz, ni siquiera porque el inquilino de La Moncloa se llame Pedro Sánchez Pérez-Castejón. España está en vías de extinción o, mejor, los españoles, porque no tenemos hijos y, miren por dónde, nos seguimos muriendo y, como veremos más adelante, cada vez a un ritmo mayor.

Son datos publicados este miércoles por el INE: hasta febrero, en España se registraron 82.942 muertes y solo 53.092 nacimientos, es decir, perdimos 29.850 habitantes.

La tendencia, es lo más importante en las estadísticas, no mejora. Aumentan las muertes mientras disminuyen los nacimientos: en enero y febrero murieron un 7,7% menos que en 2021 -año todavía afectado por la pandemia-, pero un 6,3% más que en el mismo periodo de 2019, antes del Covid. Los nacimientos, por su parte, fueron un 9,4% superiores a los de 2021, pero un 8,7% inferiores a los de 2019.

Urge fomentar la natalidad aunque solo fuera para asegurar el pago futuro de las pensiones. En esta línea, Vox solicitó el martes que se eximan en el IRPF los gastos de manutención de los hijos a cargo, independientemente de la situación legal o afectiva de los padres. No es mucho -sería más efectivo un salario maternal como el que existe en Alemania-, pero es algo.