El gobierno comunista de Eritrea ha decidido nacionalizar todas las instituciones sanitarias de la Iglesia católica. Los funcionarios del gobierno, ante la negativa de los administradores de estas instituciones a firmar un documento sancionando la transferencia de la propiedad al gobierno, han procedido a su clausura, publicó Infocatólica.

La semana pasada, este estado de partido único comenzó a cerrar los centros de salud de la Iglesia en todo el país, obligando a los pacientes a regresar a sus hogares y desplegando soldados para vigilar los edificios. Veintidós centros de salud han sido cerrados, dejando a miles de personas, la mayoría de ellas madres y sus hijos, sin atención médica.

Según explica Enrico Casale, responsable de la revista Africa de los Padres Blancos, "el gobierno ha aplicado una ley, aprobada en 1995, por la que se apropiaba de todas las estructuras sociales de la zona. Nunca había entrado en vigor hasta ahora". De esta forma, entre 2017 y 2018 se cerraron ya ocho clínicas católicas.

"Los hospitales católicos –explicaba– representaban un pilar del sistema sanitario nacional". Eran cerca de 40, entre hospitales, centros sanitarios y dispensarios, todos al servicio de la población, sin distinción étnica o religiosa, que ofrecían todo tipo de cuidados casi siempre de forma gratuita.

La Iglesia católica es uno de los cuatro grupos religiosos autorizados en Eritrea, junto a los ortodoxos eritreos, los evangélicos luteranos y los musulmanes sunitas

Nos vamos a Egipto, país en el que la violencia contra los cristianos coptos ha aumentado desde la caída del presidente Hosni Mubarak en 2011. La mayoría de los ataques se han producido en el norte del Sinaí, donde, según la tradición copta, la Sagrada Familia entró en Egipto. En 2012, unos agresores desconocidos emitieron una declaración manuscrita exigiendo que todos los demás coptos abandonaran la ciudad fronteriza de Rafa; desde entonces, varios coptos locales han sido secuestrados y asesinados por grupos terroristas, informa Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).

Pero hay casos hoy en día. El 17 de enero de 2019 sobre las 9 de la mañana, Adeeb Nakhla, de 55 años de edad, viajaba de Ismailia a Al-Arish para visitar a sus familiares, cuando un grupo militante islámico detuvo el minibús en el que viajaba y pidió los documentos de identidad nacionales de los pasajeros. En estos documentos se indica la religión del individuo que lo lleva. Al ver que Nakhla era cristiano pidieron que se bajara del vehículo y se lo llevaron.

Nakhla había huido de Al-Arish dos años antes, al igual que docenas de familias cristianas que se mudaron a Ismailia tras recibir amenazas de muerte. Un pariente que ha hablado con la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) y que prefiere mantener el anonimato, asegura que muchos cristianos coptos que decidieron quedarse en sus casas fueron asesinados: “Dejamos Al-Arish en 2017, después de que los terroristas mataran a siete de nuestros vecinos. Entre ellos, mataron a un padre y un hijo que además fueron quemados al igual que su casa, bajo la mirada de su esposa y madre -Nabila- quien fue obligada a ver todo el proceso. Está gravemente traumatizada”.

El año pasado, la familia de Nakhla regresó a su ciudad de origen, Al-Arish, donde varios familiares trabajan y poseen propiedades; Nakhla se quedó en Ismailia por su trabajo. Un pariente de Nakhla explicó que tuvieron que volver a su casa para recuperar sus trabajos: “No teníamos trabajo en Ismailia, y vivíamos de la ayuda de la Iglesia. Las condiciones en la ciudad han mejorado gracias a la intensificación de la campaña del ejército egipcio contra los grupos terroristas, aunque sigue siendo peligroso ir por la carretera“.

Continuó: “Los militantes afiliados al Estado Islámico han tendido emboscadas en las carreteras y han atacado a civiles y fuerzas de seguridad. El conductor musulmán del taxi comunal que llevaba al tío Adeeb dijo que los militantes vestidos de caqui detuvieron el vehículo y cuando vieron que el tío Adeeb era cristiano, le obligaron a que se fuera con ellos. Nuestro mayor temor es que lo maltraten, torturen y maten, así como han hecho con  otros coptos”.

España aporta el 11,5% de los fondos que recibió ACN para ayudar a los cristianos perseguidos

Hablando de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN): España es el segundo país, tras Francia, que más fondos aporta a esta fundación pontificia. De los 110.575.144 euros con los que contó en 2018, 12,4 millones procedieron de la oficina española. Son algunos de los datos que recoge la Memoria de ACN, presentados en Madrid. A nivel mundial, se pudieron financiar 5.019 proyectos, lo que permitió atender dos tercios de las solicitudes recibidas. Según la memoria, el número de benefactores aumentó un 5% en España, hasta los 19.318 colaboradores.

A nivel mundial, sumó más de 330.000. De esta manera, uno de cada 10 futuros sacerdotes y una de cada 60 religiosas recibió el apoyo de la fundación pontificia. Según el último 'Informe de Libertad Religiosa en el Mundo' de ACN, seis de cada 10 personas viven sin libertad religiosa en el mundo. Se calcula que 327 millones de cristianos viven en países donde hay persecución religiosa y 178 millones, en países donde se discrimina por seguir una religión. Esto significa que uno de cada cinco cristianos en el mundo vive en países donde hay persecución o discriminación, informó ACN.