El pasado 15 de febrero tuvo lugar un funeral en la Catedral de San Patricio en Nueva York. La polémica saltó porque el servicio fúnebre era dedicado a Cecilia Gentili, una conocida activista trans, caracterizada por promover la agenda ideológica  que ayudó a despenalizar la prostitución en la ciudad y promovió que la "identidad de género" se añadiera como elemento protegido en las leyes de derechos humanos del Estado. Además, dedicó su carrera a recaudar fondos para causas trans. 

Ceyeye Doroshow, la organizadora del funeral, ha asegurado que quiso celebrar el funeral de su amiga en la Catedral de San Patricio porque "es un icono" como Gentili. 

Si bien los organizadores del funeral han asegurado que no habían comentado a la Catedral que el funeral era para Gentili, “Mantuve esto en secreto”, dijo Doroshow, al diario estadounidense The New York Times, no quedó claro si la Catedral sabía si se trataba de la activista o no.

El P. Edward Dougherty, ofició el funeral, parece que sabía quien era Gentili, puesto que se refierió a ella con probombres femeninos (Gentili nació hombre) y la describió como "nuestra hermana" Además, estuvo presente cuando los allí presentes realizaron una lectura donde se pedía por la atención sanitaria para las personas trans y cuando calificaron a Gentili como "la madre de las prostitutas". 

Sin embargo, el párroco de la Catedral, Enrique Salvo, ha publicado un comunicado en la web de la Arquidiócesis de Nueva York, asegurando que sólo se sabía “que la familia y amigos estaban solicitando una Misa fúnebre” para una persona católica, y no sabían “que nuestra acogida y oración serían degradadas de una manera tan sacrílega y engañosa”.

Asimismo, comunicó que ya se ha celebrado una Misa de Reparación y que las autoridades de la Iglesia compartían la "indignación por el comportamiento escandaloso en un funeral aquí en la Catedral de San Patricio".

“Que ocurriera un escándalo en la ‘Iglesia Parroquial de América’ lo hace peor; que tuviera lugar al comenzar la Cuaresma, la lucha anual de cuarenta días con las fuerzas del pecado y la oscuridad, es un recordatorio potente de cuánto necesitamos la oración, reparación, arrepentimiento, gracia y misericordia a las que esta época santa nos invita".