La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se ha referido, en la convención que el PSOE celebraba en La Coruña, al portavoz del PP en el Congreso, Miguel Tellado, como "este hombre que habéis mandado para Madrid, el de las gafas". "Bueno, los dos tienen gafas, -en referencia a Feijóo- el que tiene menos pelo, Miguel Tellado".

Tellado contestaba a la vicepresidenta: "Para referirse a mí, la número dos de Pedro Sánchez incide en que soy calvo y llevo gafas. ¿Qué pasaría si se me ocurriera describir a una diputada del PSOE por su aspecto físico? Por su peinado, su vestimenta...".

Y una vez más, estamos ante el doble rasero de la izquierda. María Jesús Montero usa el aspecto físico para referirse a una persona, es más, se mete con la calvicie de un adversario político. Aquí no pasa nada, Marisu está usando su libertad de expresión. 

Pero recuerden las polémicas declaraciones de Alfonso Guerra. El exmandatario socialista se ha posicionado a la contra de Sánchez, por lo que cuando Guerra, explicando su postura sobre la reducción de la jornada laboral, bromeó con el gusto de Yolanda Díaz por la peluquería, las filas sanchistas y la izquierda en pleno se echaron sobre el socialista. 

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Guerra estaba 'cosificando' a Díaz, ridiculizándola, juzgando su aspecto... todo gravísimo, Guerra debía disculparse, y porque no les dio por ahondar más, sino incluso podríamos hablar de un delito de odio, y encima, de un hombre contra una mujer. 

Pero esto es distinto, Marisu ha llamado calvo a un hombre representante de la derecha española. Una nueva muestra del modelo del 'pensamiento de izquierdas': libertad de expresión sólo cuando me interesa, que critiquen e injurien a los demás, pero a mí, nada de nada. Y si alguien se mete conmigo... ¡socorro! ¡delito de odio!