The Walt Disney Company hace tiempo que dejó de producir contenidos inocentes -dado que la mayoría se dirigen a los niños-, en especial desde que decidió despuntar como un gran discípulo de los postulados del Nuevo Orden Mundial (NOM), los cuales se resumen, principalmente, en: ideología de género (feminismo y homosexualismo) y ateísmo (mucho panteísmo y nada de Dios e incluso se da protagonismo al demonio). Y a este último le ha sacado deambulando por el paraíso fiscal de Delaware y luchando por la custodia de su hija… habida con una humana en la serie de dibujos animados para adultos Pequeño demonio, y ahora hasta le declara su amor en la serie ¡Vaya familia Claus!

Así se puede ver concretamente en el episodio tres de los seis que componen dicha serie que se ha estrenado en la plataforma de ‘streaming’ Disney+, y lo tiñe de comedia, claro está, para que suene mucho mejor. En concreto, en una escena en la que los duendecillos de Santa Claus cantan y bailan una canción mientras sostienen carteles con letras, formando el mensaje “We love you Satan” (“Nosotros te amamos Satanás”), pero Santa Claus corrige la ‘confusión’ y al final del cambio de uno de los duendecillos y su letra, se puede leer el mensaje “We love Santa” (“Nosotros te amamos Santa”). Y por cierto, entre los duendecillos hay chicos y chicas y también hay unos cuantos afrodescendientes… ¡Ya saben lo inclusivo que es Disney!

La serie ¡Vaya familia Claus! también supone una muestra de la preocupante falta de ideas que se vive en el gigante de ocio y entretenimiento porque es la secuela de tres películas anteriores. En concreto de: ¡Vaya Santa Claus! (1994), dirigida por John PasquinSanta Claus 2 (2002), de Michael Lembeck); y Santa Claus 3: Por una Navidad sin frío (2006), también de Lembeck. Y todas ellas han estado protagonizadas por el actor Tim Allen, encargado de dar vida a Santa Claus. La serie ha sido creada por Jack Burditt, un guionista y productor estadounidense que ha trabajado en varias series y películas (Frasier y Modern Family, entre otras). Se ha estrenado en Disney+ el pasado día 16 con los los dos primeros episodios y el lanzamiento de los siguientes será cada miércoles hasta el próximo 14 de diciembre. En ella se puede ver que tras casi 30 años dando vida a Santa Claus, el personaje de Scott Calvin (ambos interpretados por Allen) intenta hacer frente a las exigencias de su trabajo como Santa Claus y al mismo tiempo estar ahí para su familia, pero tras descubrir que existe una cláusula que alberga una vía para jubilarse, se plantea dejar su trabajo y buscar un digno sucesor para poder ser un mejor padre y marido. De hecho, en el tráiler se puede ver a Scott diciendo: “Por el bien de la Navidad y por el bien de mi familia he decidido jubilarme”.

Entre los duendecillos de la serie hay chicos y chicas y también hay unos cuantos afrodescendientes… ¡Ya saben lo inclusivo que es Disney!

Por cierto, la inclusión no sólo queda patente en los duendecillos, sino también en el elenco de actores. Entre ellos, está Kal Penn, actor estadounidense, hijo de inmigrantes indios y homosexual (se casó con su novio tras 11 años de relación). Esto refleja la apuesta por uno de los postulados del NOM (la ideología de género) que ha llevado a reconocer una agenda LGTBI en los contenidos, los cuales se han convertido en adoctrinamiento de niños (o “corrupción de menores”, como la denomina el líder de Vox, Santiago Abascal) y elegir a su primera presidenta (Susan E. Arnold, que es lesbiana). Y no se puede olvidar que Disney también defiende el aborto (incluso paga gastos de viaje de las empleadas que decidan asesinar a los bebés que crecen en sus vientres) y reduce los beneficios por paternidad. Además, el hecho de que ahora aparezca el demonio, de nuevo, no es baladí y se conoce tras mostrar el primer romance adolescente homosexual en Mundo extraño, película de dibujos animados que ha recibido el plantón de los espectadores: ha sido un fracaso en sus primeros días en la taquilla de EEUU. 

Quizás Bob Iger debería afrontar una seria reflexión sobre los contenidos de la factoría de Mickey Mouse en su nueva etapa como CEO, tras el cese fulminante de Bob Chapek como consecuencia de varias polémicas; desplome bursátil, cifras decepcionantes y anuncio de ralentización en ‘streaming’. Es más, la cadena Americano Media ha llegado a referir que Disney se aleja del movimiento ‘woke’, señalando que según el escritor Christopher R. Rufo, Iger está buscando un acercamiento a la neutralidad en los debates políticos y culturales. Algo que cuesta creer, teniendo en cuenta lo progre y gran discípulo del NOM que es Disney.