Repito: los días se oscurecen. No hace ni dos años que escribí ese artículo y lo único que tengo que añadir es que el sentido de urgencia se ha acentuado... una forma finísima de asegurar que la degeneración de la humanidad se acentúa. 

Sí, la conversión urge. Siempre ha urgido pero recordemos que el paso del siglo XX al XXI consiste en el paso del relativismo, que conduce a la melancolía, a la blasfemia contra el Espíritu Santo (el mal convertido en bien y el bien convertido en mal), que conduce a la desesperación. 

¿Amargura porque los días se oscurezcan? En absoluto, ¿o es que hemos olvidado que la conversión de la que hablan los clásicos se condensa en algo ten sencillo como la jaculatoria, cuatro palabras, de Santa Faustina Kowalska, la gran mística del siglo XX  "Jesús, en Vos confío” (En Vos, no en Vox)? Esto es convertirse y no otra cosa.

Créanme: al lado de la desesperación, la melancolía resulta llevadera. Por eso digo que los días se oscurecen (no, el culpable no es Pedro Sánchez, que también, somos todos) pero hay que levantar la cabeza porque se acerca nuestra liberación.

Pero todo esto lo explicaba mejor hace dos años que hoy. A lo mejor es que estoy envejeciendo. Ahí va, que la autocita es legal: